Empate y condena

Como dos rocas sin pulir, Atleti y Madrid chocaron anoche en el Calderón. Y por supuesto, empataron.

Benítez sorprendió con Casemiro y Simeone amenazó con Correa, lo que sugería un inicio estridente de piernas rojiblancas. No fue así. El Madrid meció el partido con posesiones largas que contuvieron a los del Cholo, incapaces de agarrar la pelota. Varane, Modric, Benzema y los laterales combinaban a su antojo, hiriendo de hastío al Atleti y su afición. Carvajal decidió acelerar con un regate vintage, culminado por un centro medido que Karim se encargó de enviar a la red, siempre de forma elegante.

Tras el gol blanco, Correa encarnó la respuesta en solitario; es eléctrico, descarado y argentino, sobre todo argentino. Ramos eligió de nuevo el Calderón para gastar crédito, que ya no parece tan ilimitado, y cometió un penalti estúpido ante Tiago. Mientras las botas de Griezmann temblaban, los guantes de Keylor veían una nueva oportunidad para rozar la gloria, y posteriormente chillarla. Y así lo hizo el felino.

La dicha quiso compensar al Atleti con la lesión de Carvajal, el hombre más punzante del Madrid hasta el momento. El partido cambió profundamente en aquel instante: la incidencia de los laterales merengues es vital para que su equipo desarrolle jugada, y con la entrada de Arbeloa, fosilizado, el flanco derecho quedó nulo en creatividad.

Simeone, abusón, no tuvo reparos en inundar la banda izquierda de su ataque. Retiró a Óliver, que se escondió del arcaísmo junto a Isco, y dio entrada a un atolondrado Ferreira Carrasco.

Avanzaban los minutos y el Madrid aparentaba comodidad especulando; Casemiro y Varane cortaban a placer todas las ofensivas colchoneras. Kroos continuó caminando y Modric escatimó en sacrificios. Al Madrid se le pasó hasta aquello de atacar. De esta manera, el Atleti se vio superior, en apetito, fuerza y pasión. Aunque fuese únicamente por inercia, los locales debían empatar, y así fue. Vietto empujó con vergüenza el gol.

Los dos equipos madrileños salen del derbi condenados por la duda. Simeone y sus hombres continúan sin jugar bien con jugadores talentosos. Por su lado, el Madrid vive en alarmante irregularidad, no ha conseguido aún enlazar noventa minutos de buen fútbol seguidos.