Señores, ¡que se nos pasa el arroz!

Ciertamente España no es hoy un país líder en madurez social. Tampoco en oferta de oportunidades para el establecimiento de nuevas empresas. Menos aún para encontrar un puesto de trabajo en el que un joven pueda desarrollarse tanto profesional como personalmente.

Sin embargo, España no está tan mal como nos quieren hacer creer algunos. Ni los niños se mueren de hambre, ni los enfermos se arrastran por la calle por no ser admitidos en un hospital. ¡Afortunadamente!

Sin embargo, sí es cierto que hay un porcentaje no despreciable de personas que sí que lo están pasando mal o muy mal. No es algo nuevo de los últimos años, ni los porcentajes se han disparado dramáticamente. Pero es necesario proseguir con firmeza el desarrollo económico para que se creen más puestos de trabajo. Y, mientras haya personas en esta situación ¾y hay un 6%, que son muchos¾ deberemos dotar adecuadamente los sistemas asistenciales para que sean eficientes.

El Instituto Nacional de Estadística publicó el pasado 24 de mayo su Encuesta de  Condiciones de Vida y en ella se ve cómo la tasa de carencia material severa, que es el indicador que mejor refleja lo que normalmente entendemos por pobreza, ha caído un 10% con respecto a 2014, bajando del 7,1% al 6,4 % de la población total. Las personas en estas situación son aquellas que marcan positivamente 4 de nueve condiciones entre las que están por ejemplo: no poder permitirse comer carne al menos cada dos días;  no poder permitirse una semana de vacaciones al año; no tener capacidad para afrontar gastos imprevistos; no poder tener automóvil o tener retrasos en el pago de la hipoteca. También es cierto que los sueldos han bajado significativamente, pero repetir la frase de que “tener trabajo ya no garantiza salir de la pobreza”, tampoco es correcto en la mayoría de los casos. Basta ver el gráfico siguiente en el que se representa la evolución durante los últimos años de estas tasas.

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Sin embargo, muchos medios siguen usando la tasa de población en riesgo de pobreza -que es un indicador estadístico establecido por Eurostat, que significa estar por debajo del 60% de la renta mediana- para referirse a la pobreza en España, mientras ilustran el artículo con fotos de gente que busca en los contenedores o mendiga por las calles, transmitiendo así una imagen mucho más negativa que la real. Los interesados en este tema pueden leer directamente la Nota del INE o un clarificador artículo de Ángel Martínez en Libertad Digital, titulado La pobreza registra en 2015 la mayor caída de la crisis.

Pero, España no puede seguir perdiendo el tiempo. Hay que buscar soluciones realistas para nuestros problemas reales.

Durante muchos, muchos años, y en todas las latitudes, han existido vendedores de distintos tipos de “crecepelo”. Y algunos consiguieron hacer buenas ganancias. Por eso yo les recomiendo: No se crean los mensajes populistas de los que primero quieren acabar con todo lo que tenemos, para luego llegar a una Arcadia de igualdad y felicidad.

A la sociedad española actual le sucede  lo que Ortega afirmaba en su “España invertebrada” refiriéndose a los nuevos ricos. No saben desear. No desean nada, sino lo que desean los demás. Es un deseo tópico. La enfermedad básica de nuestro tiempo es una crisis de deseos. España y Europa, padecen “una extenuación de su facultad de desear”, decía. Y el que no sabe lo que quiere, no valora lo que ya tiene y con frecuencia lo destruye, esperando que va a tener algo diferente, que vendrá como caído del cielo. Cuando lo razonable es definir lo que se quiere, averiguar el camino que hay que recorrer para conseguirlo, y empezar a esforzarse desde ya.

Sin embargo, esta frustración con lo que ahora tenemos se ha extendido demasiado, y el populismo va ganando la batalla. Todos los partidos han introducido ya mensajes populistas en sus programas. Porque llamo mensaje populista a hablar de los derechos de los ciudadanos sin hablar nunca de sus deberes. Porque llamo mensaje populista a hacernos pensar que la responsabilidad de lo que nos pasa siempre la tienen otros. Porque llamo mensaje populista a prometer una renta básica, una transición a la energía verde, unos salarios y pensiones mucho más altos, y tantas otras cosas, sin decirnos lo que costaría, ni cómo se prevé pagarlo, salvo, eso sí, que todo lo pagarán “los ricos”. Porque llamo populista a querer hacernos soñar con una Banca Pública que financiará a todos los emprendedores y  a las familias que lo necesiten  a bajo interés, cuando acabamos de ver el desastre en que han terminado las politizadas cajas de ahorro. Porque es populista plantear medidas y reformas como son hacer desaparecer los paraísos fiscales o cambiar los objetivos estatutarios del Banco Central Europeo, que están absolutamente fuera del alcance de un Gobierno de España.

Señores piensen que nos va mucho en las próximas elecciones. Por tanto  piensen bien qué decisión adoptan.  Séneca, sabio filósofo romano del siglo I, nos dejó dicho: “Hace falta una era para construir una ciudad y solo una hora para destruirla”.

En España en los últimos cuarenta años se han hecho  muchas cosas bien y podemos seguir haciéndolas. Pero esto supone que, al menos, en los próximos cinco años cada uno deberá aplicarse a su tarea con esfuerzo y dedicación, bajo la dirección y liderazgo de un Gobierno eficaz. Esfuerzo, dedicación y eficacia son exigencias difíciles cuando venimos de la cultura del “debo” y ahora estamos instalados en la del “no me apetece”.

Si tras las elecciones del 20-D los líderes políticos no han dado la talla, ahora los electores tenemos que obligarles a  que la den. Pero, que no nos suceda como en  el dos de mayo. El pueblo se puso en pie y dio la talla. Estuvo por encima de sus políticos. Eligió como grito “Vivan las cadenas”,  y perdió durante años su libertad. Cuidado con las revoluciones populares,  porque no hay libertad si no está garantizada por el Estado de Derecho y la seguridad jurídica.

Para terminar, concluyo que deberíamos tener objetivos claros, como son:

  1. Cambiar el sistema productivo estableciendo una economía basada en el conocimiento.
  2. Mantener el Estado de Bienestar
  3. Regenerar las instituciones. Empezando por una nueva ley electoral en la que los elegidos sean auténticos representantes de los electores y no funcionarios de los partidos, en los que aún no existe un funcionamiento interno auténticamente democrático.
  4. No admitir la mínima duda sobre que el futuro de España está dentro de Europa.

Si logramos tener esto claro y creemos en ello, podemos estar seguros de la capacidad de los españoles unidos para salir adelante. En el siglo primero antes de Cristo, el poeta romano Virgilio ya afirmaba: “Pueden porque creen que pueden”

Todos sabemos que seis meses sin regar las plantas, no se arreglan regando mucho durante los seis siguientes. Llevamos cinco meses sin un auténtico Gobierno y es mucho tiempo de espera cuando hay decisiones urgentes que tomar. Sin embargo tras la disolución de las Cortes, las cosas no apuntan del todo bien. Hasta ahora no  se ha hablado de medidas realistas. Aparte del pacto que ha supuesto la creación de Unidos Podemos, el tema que más ha preocupado a los candidatos es: ¿cuántos debates  habrá en televisión?, ¿qué formato deben tener? y ¿quién irá a los mismos? Pero los españoles no parecen preocupados por este asunto.

Queremos una campaña electoral barata, corta y en la que no nos  aburran con los mensajes de siempre: frases bonitas sin significado real; listas de medidas sin cuantificar su coste; incultos y mediocres por doquier.

Señores políticos, dedíquense a diseñar medidas realistas y eficaces, y a tender puentes que permitan los pactos postelectorales para poder llevarlas a cabo.  Dejen los insultos y los desplantes a un lado. Que la finalidad de un partido no es mantener a su líder, sino facilitar que los ciudadanos puedan trabajar para conseguir su bienestar y el de sus familias.

Así que señores políticos a trabajar. Y no demoren mucho la tarea. ¡Que se nos pasa el arroz!