El Madrid que siente

La Súpercopa de Europa nos pilla fuera de onda, en un pueblo sin señal o en un bar lleno de antimadridistas. En ella siempre espera el Sevilla, con escudos, lanzas y flechas, y con fichajes, que nunca fallan. Y a ella llegó Zidane, el más sencillo y el más elegante. Con naturalidad, dejó a Bale, Pepe y Kroos en casa, ni se acordó de las lesiones de Keylor y Ronaldo, y sentó a Modric, James y Benzema.

Así empezó el partido. Los madridistas dudaban de su once y casi se enfadaban con el pasotismo de Zizou: “¿Por qué mierda no juega el croata?” Entre quejas, Asensio recogió un balón dedicado y lo mandó a la maldita escuadra. El portero ni se movió y el gol fue maravilloso. Los siguientes minutos de juego se vivieron en la red, comentando cuándo el joven Marco sería balón de oro, como pasaría con Drenthe al reventar la portería del Sevilla hace algunas Súpercopas. El Madrid, al igual que sus hinchas, también desconectó, y el Mudo, no pudo ser otro, igualó con un gol silencioso.

En la segunda parte el Sevilla fue mejor. Dicen, que por el sistema de Sampaoli y esas movidas, pero fue por Vitolo, Mariano, Franco Vázquez y Konoplyanka. Y con un penalti de mentira, el ucraniano puso a los suyos por delante. A la vez que James, Benzema y Modric, los madridistas entraron por el bar, superando a los contrarios. Sintieron la llamada, el Madrid tenía que remontar. Los blancos nacieron en una final, para ir por detras en el marcador y siempre ganar. Modric, como un mechero, encendió a sus laterales y los de Zidane empezaron a disfrutar de la situación. “¿Pero qué hace el inútil de Ramos tan arriba?”,chilló el barman, mientras el camero corría para empatar el partido en el descuento, con su cabeza prodigiosa, y en la línea de gol rival. Lo hizo. El madridismo conquistó el bar.

Los merengues avasallaron a los andaluces en la prórroga. Forzaron una expulsión y no pararon de fallar goles. Y Lucas Vázquez no paró de correr. El árbitro anuló un gol a Ramos por abusar de la épica y del barman, pero no pudo con la carrera de Carvajal, que valió medalla, la de campeones. El Madrid ganó porque jamás siente la derrota, su sangre es blanca, como la victoria.