El calvo de Jozef

Llegaron al hotel y les recibió un hombre eslovaco, cosas de estar en Bratislava. El tipo era el dueño y tenía un cuerpo respetable y una cara lánguida, con una mirada realmente triste, aunque sonriera. Se llamaba Jozef y el tío les hablaba a los cuatro en un castellano admirable, a Chirlo, Shitman, Roi y Vito, que escuchaban atentos. Jozef se preocupó por enseñar cada parte de su hotel a los chavales, además de comentarles los sitios más interesantes y escasos de Bratislava. Era un anfitrión espectacular y los chicos se lo agradecieron antes de entrar en la habitación que les asignó.

Al llegar a su habitación Chirlo y Roi comentaron la increíble amabilidad del dueño del hotel, aunque como ocurre con la gente tan maja, también vacilaron con su aspecto, un buen calvo. Después durmieron la siesta y les despertó alguien que tocaba su puerta. Eran las 7 de la tarde. Y fue Jozef, que proponía celebrar la llegada de los cuatro españoles brindando con unas copas que tenía preparadas en un estante de su recepción. Los chavales tuvieron que aceptar ante la insistencia de Jozef, y mientras Shitman y Vito se vestían, Roi y Chirlo se quedaron charlando con él. El hombre eslovaco les confesó que su buen castellano era producto de un par de años estudiando en Málaga, donde le trataron genial. Y les contó que antes de dedicarse a su hotel tenía un cargo alto en la policía de Bratislava, pero por los problemas que tuvo en aquel puesto decidió dejarlo. También añadió que tenía un bosque muy grande del que cogía mucha leña y les sugirió hacer planes juntos por la ciudad. Chirlo y Roi se miraban flipando y sus ojos pasaron de pensar en un calvo muy simpático a un calvo muy loco. Justo en ese momento aparecieron Vito y Shitman, contentísimos por la amabilidad de Jozef y preparados para brindar. El dueño del hotel abrió una botella de Captain Morgan y sirvió el alcohol en cinco vasos. Todos cogieron el suyo para brindar y se llevaron la bebida a la boca. Roi y Chirlo se volvieron a mirar, ya poseídos por la desconfianza, y esperaron a la vez a que el eslovaco bebiese primero su copa. Tras pasar así, los dos colegas dieron también su trago.

Con los vasos vacíos, Jozef volvió a proponer planes para el grupo de chavales. Esta vez les dijo de ir a un lago cercano a un bosque, que sería su bosque. Era verano y en Eslovaquia también hacía calor, decía el anfitrión. Chirlo y Roi querían huir de ahí, y Vito, siempre firme, salvó la propuesta con un “luego te decimos”. Así, se despidieron con más agradecimientos y los chavales volvieron a la habitación. Roi cerró la puerta rápido y Chirlo usó su ilustre sarcasmo: “estamos jodidos”. “Este tío nos quiere violar”, dijo riéndose pero no mucho. “Estamos en un maldito hotel que solo tiene un pasillo con seis habitaciones y una mini recepción, cuatro chavales de 19 años y un calvo de 40 años que habla español y es tan majo que da un miedo que flipas”.

Continuará…