Violeta

Marzo es un mes para celebrar, festejar y aplaudir. Celebrar que por fin las mujeres y el movimiento feminista copan la actualidad, festejar que cada vez más y más personas se unen a sus reivindicaciones y aplaudir la belleza y fuerza de las mujeres. Los monumentos teñidos de violeta, los lazos atados a las muñecas, las pancartas copando las calles… el movimiento feminista es imparable, histórico, maravilloso… y tiene una coloración particular. Desde sus mismos comienzos, el color violeta ha acompañado al feminismo y el mito alrededor de porque ese pigmento en particular todavía no ha sido resuelto. Hay diversas explicaciones, algunas ciertamente poco verídicas, otras mucho más aceptadas…

La historia que con más fuerza resuena es la de la fábrica estadounidense Cotton New York. En 1908 las mujeres trabajadoras de esa factoría se declararon en huelga. El conflicto tuvo un final trágico. El patrono de la fábrica ordenó quemar el edificio y alrededor de un centenar de mujeres murieron en el incendio. Se cuenta que en esos momentos las trabajadoras trajinaban con telas de color violeta y que el humo provocado por el incendio se tiñó de ese color. De ahí que ese pigmento se convirtiera en símbolo de la lucha feminista. No se puede confirmar con rotundidad la veracidad de estos hechos, pero está claro que ya forman parten de la mitología feminista.

Otro de los relatos más extendidos nos habla de las sufragistas inglesas de comienzos del siglo XX. Estas mujeres eligieron el violeta, junto con el verde y el blanco, como símbolo de sus reivindicaciones. La elección del violeta se debe, en palabras de la activista Emmeline Pethick, a que ese tono, “color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad…”. Gracias a estas valerosas y fuertes mujeres el violeta quedó para siempre vinculado a la lucha feminista.

Una última habladuría afirma que el vínculo entre el violeta y las mujeres es mucho más simple. La sociedad patriarcal dividió a mujeres y hombres, asignando a las primeras el color rosa y a los segundos el azul. Jugando con ambos tonos, mezclándolos en la paleta, sale el violeta. Hay quienes afirman que la fusión de rosa y azul significa la desaparición de los bloques, el rechazo de la sociedad patriarcal y la construcción de un nuevo mundo equitativo, justo e igualitario. En cualquier caso…

8 de marzo, ¡salud e igualdad!

Fuente imagen: Alvaro García/Atlas

Autora: María Corredoira