Loquesí y loquenó #19

Lo que me hizo feliz y lo que no antes de todo esto

Lo que sí

Una exposición. Lo que más me volvió a gustar de ARCO fue la gente. El glamour. Todas esas cosas estúpidas de las que te enamoras. Además, esta vez me fijé en una serie de fotografías tituladas con frases. Mi favorita: las olas moviéndose como si nada. Cada día me acerco por si acaso.

Una comida y una cena. La comida fue en El viejo almacén de Buenos Aires con Marcelo y Jimeno. Ese queso azul para empezar, continuar con la provoletta, seguir con tres vacíos (cada uno a su punto), la tarta de queso con dulce de leche, la crema de orujo. El baño decorado de Maradona, nuestros sueños en las servilletas.

La cena fue con Raquel, Alba y Pilar. Hubo una vez que me despisté un poco y pensé que estábamos en Nantes. Que nos acabábamos de conocer. Pero apenas hablamos del Erasmus, y eso significa que ya somos colegas para siempre.

Lo más duro de la cuarentena premium es no comer en restaurantes.

Una canción. No conocía Karma Police y apenas había escuchado a Radiohead. Es la primera canción que ensayo con un grupo de música. Cuando te ponen un micro tan cerca te sientes feliz por ser tan idiota. Morais marca el ritmo con su melena y desde la batería, el guitarrista salvadoreño flirtea con la psicodelia y el bajista se tuvo que ir en mitad por culpa del Coronavirus. Parece que los camareros del garito viven de gira; piratas reinsertados en nuestra realidad.

Una discoteca. Mi primer trabajo fue de relaciones en una discoteca que nunca había escuchado. Nos daban 50€ por meter a 15 personas cada viernes. Un compañero y yo nos poníamos en Tribunal y convencíamos a 30 desconocidos, nos daban el dinero, vendíamos nuestras copas y nos pirábamos con nuestros amigos. Cuando salía de la discoteca siempre pensaba: ojalá ser un poco más mayor y venir aquí con mis colegas. El Ochoymedio es la mejor discoteca de Madrid porque mezcla chicas de 18 años con hombres de 47, en una sala espaciosa con dos plantas y música que escucharías triste y de repente también de fiesta.

Una película. Al ver los diez primeros minutos de Notting Hill, Julia Roberts me gustó tanto que no quise seguir viendo la película. Me gustó tanto que ya no me podría gustar más, y no quería que eso pasase. Pero seguí. Y me siguió gustando. Y me siguió gustando. Ver Notting Hill un viernes tiene sus peligros porque vas buscando a Julia Roberts por cada esquina, y esperas que tu actriz favorita llegue un día y llame a tu puerta. Y tú la recibas con uns camisa de esas, al menos con el guion bien preparado.

Lo que no

A qué viene. Me puse a pensar en las últimas cosas que me enfadaron antes de todo esto y el Madrid se subió al podio. De pensarlo, al menos ya sé a qué juegan Zidane y compañía: a jugar con nuestros sentimientos. A qué viene ganar al Barça para luego perder contra el Betis.

Un sentimiento. Antes también terminé Vergüenza. Una serie genial que te conecta mientras te ríes y se te inyecta por el final. La vergüenza es un sentimiento que te secuestra. El miedo a que sepan lo que tratas de ocultar, lo ridículos que somos al engañar la realidad. Muchas veces no es tan fácil ser natural.