Regalar lleva implícito el conocer. Conocer a quien regalas. Lo que busca, lo que aprecia o lo que espera. Pero también lo que ignora. Que un regalo consiga saciar lo primero, es relativamente sencillo. Descubrirle a alguien algo que desconoce, pero que le acabará apasionando, es lo realmente difícil.

Regalar un libro es más que elegir uno de la estantería de novedades o de bestsellers. El abanico de posibilidades que ofrecen los libros, te permite que sorprender con un autor, con una obra e, incluso, con una edición para los más literarios, sea un poco más sencillo.

Aquí revindicamos eso, no sólo porque nadie regalaría un vestido de tres tallas más, o menos, sino porque leer ese libro regalado supone también leer al que lo ha puesto en tus manos. Reverte dice que la memoria olvida en muchas ocasiones la trama y los personajes de un libro, pero que mantiene vivos el lugar donde lo leíste, la época y hasta el estado de ánimo.

Por eso acertar con un libro es, de cierta forma, regalar dos historias: la que te cuenten y la que tú cuentes.