La realidad

Hace unos días estudiaba en clase que las personas interpretamos la realidad con mecanismos distintos. Unos atienden al plano visual, hablan muy rápido y abren los ojos.  Otros, más recatados, se guían por sus oídos, preparados al ruido y a la dulzura. Los últimos quieren sentir, y por ello, apuestan por las sensaciones, salvando el peligro de ser traicioneras. Así, dibujamos nuestra realidad, propia, definitiva y certera, a no ser que la mezclemos con opio.

En Madrid, aparte de la nuestra, decoramos dos realidades más. Una está arriba, cerca de las nubes, y otra, por ende, abajo. En ella también hay viento, aunque sea artificial, y las personas caminan aún más rápido que en la superficie. La gente llega a este extraño lugar bajando escaleras o por la acción divina de ascensores, para pacientes. En esta extraordinaria dimensión que usamos para el transporte elegimos al tren, cansado de tanto sol y tanta lluvia, acomodado ahora entre luz y oscuridad.

Aquí, nos transformamos. Leemos lo que arriba no podemos, nos miramos con dedicación, como en los museos, tejiendo historias. Perdemos el sentido y acabamos hablando de nuestra intimidad, ante los cristales del vagón y las orejas de quienes creíamos que escuchaban a Bob Dylan con sus auriculares. Chillan en contra de sus jefes, del trabajo, hablan de lo más profundo de sus familias, en voz alta. Algunas explican cómo afrontar el divorcio con hijos, buscando espectadores, sin temor a contar sus experiencias, en la otra realidad


Javier Rodríguez es redactor del diario Fuencarral-El Pardo.com, estudiante de Periodismo e Historia en la URJC y le apasiona escribir. Desde hoy y todas las semanas podrás disfrutar de su columna de opinión “A lápiz”. 

Fotografía: Escenas de Metro – Madrid, por Fermín R.F. en Flickr bajo licencia CC 3.0 by-nc-nd.