Negar la mayor

Fernando Mardones
Vecino de Montecarmelo y responsable de @PAUMontecarmelo.


Valoraciones Estado del Distrito Fuencarral-El Pardo 2020

Hace años, en una entrevista que le hacían al premio Cervantes de Literatura, el vallisoletano internacional, Miguel Delibes (1920-2010), señalaba que, durante la dictadura franquista, era más fácil sortear a la censura mediante lo “recogido” en los libros que de lo publicado a diario en los periódicos de la época. Se refería, principalmente, a su novela “Las Ratas” (1962), donde se visilizaba una contundente crítica social contra la pobreza y la gran crisis económica que asolaba las zonas rurales castellanas, algo que el propio régimen se negaba a reconocer públicamente y, por tanto, atender.

Algo parecido ocurrió en junio de este fatídico 2020, en medio de una universal pandemia sanitaria, cuando el Concejal Presidente de Fuencarral-El Pardo, el popular Javier Ramírez, denegaba a la asociación vecinal de Montecarmelo la realización de una recogida solidaria de alimentos señalando que no iba a permitir que el barrio se convirtiera en una especie de Venezuela donde se reparten alimentos en plena calle. Es decir, negaba la mayor: la existencia, derivada de la crisis económica que vivía y vive, no solo la ciudad de Madrid, sino el país y el planeta entero, originada por la aparición del virus COVID-19, de una emergencia social que requería la atención de todos los actores institucionales y sociales posible.

La asociación vecinal de Montecarmelo, junto con otras asociaciones del distrito, llevaban semanas atendiendo las necesidades alimentarias de decenas de familias de los diferentes barrios que conforman Fuencarral-El Pardo (240.000 habitantes), y se sumaban a las acciones solidarias de otras entidades, públicas y privadas, que con el mismo sentir, estaban realizando recogidas de alimentos similares en toda la ciudad. En este caso, en el distrito fuencarralino, el sr. Ramírez no quiso atender además la necesidad de coordinar recursos y esfuerzos con el tejido vecinal – como sí ocurría en otros distritos madrileños –, algo que le fue incluso demandando en diversas ocasiones por la Red de Apoyo Mutuo de Fuencarral-El Pardo, espacio que aglutinaba a buena parte de las asociaciones vecinales y otras entidades del distrito.

Esta puede ser, quizás, la mayor mancha del Concejal Presidente en este escaso año que lleva gobernando el Partido Popular, con el apoyo de Ciudadanos y la ultraderecha de VOX en la ciudad de Madrid. La mayor de otras tantas que, en el caso de Montecarmelo, ha podido incurrir, como fue el cierre del centro de ocio juvenil e infantil, la anulación del proyecto de biblioteca ya aprobado por el anterior consistorio, o su ausencia en promover las construcciones del centro de salud o del polideportivo municipal en las respectivas parcelas municipales que, desde 2008, esperan estos equipamientos públicos.

Su único orgullo, la instalación de una gran bandera de España en la entrada del barrio, elemento simbólico que, quien escribe esta reseña, por supuesto, no rechaza en sí mismo, sino que no resuelve, como es lógico, la citada falta de equipamientos, la nefasta limpieza de las calles, el abandono del arbolado, las innumerables grietas de la calzada y, tal vez lo más importante, la total ausencia de empatía y humanidad de la persona que dirige el distrito con la ciudadanía que él gobierna.

Hoy se celebra el debate sobre el Estado del Distrito. Un debate que sabemos no nos va a aportar nada por su parte – la del Concejal Presidente –, sino que él volverá a caer en terminología patriótica para demostrar, una vez más, que es el menos patriota de los madrileños, ya que olvida, entre muchos caracteres, el de la solidaridad entre iguales, el de la capacidad de escuchar a sus vecinos y vecinas, el de administrar el bien común con justicia y equidad, el de ser una persona cercana y abierta, el de ser un mandatario público elegido por unas urnas derivadas de la soberanía popular.