Una plaga de ratas traslada la casa de niños de Arroyofresno al colegio Bravo Murillo

arroyofresnoPor si quedaba alguna duda del poco compromiso de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid con el distrito, en el cual han cerrado dos colegios y se quedaron a las puertas del tercero, un caso de plaga de ratas e insectos obliga a desalojar la casa de niños Arroyofresno, antiguo colegio Apolo XI.

Después de un 2014 muy convulso a nivel educativo, en el cual el distrito sufrió un recorte de más de un 3% en el presupuesto educativo, se cambió la gestión la escuela infantil La Caracola atendiendo a criterios económicos más que educativos, se intentaron cerrar aulas en los IES Pérez Galdós y Herrera Oria, y cuando en Fuencarral y Begoña todavía languidecían las heridas del intento de cierre del colegio Vasco Nuñez de Balboa y el cerrado Enrique Granados, otra noticia relacionada con la decadencia a la que han llevado a la educación pública cerrará el año.

Según se informó en el pleno del distrito de diciembre, los alumnos de la casa de niños Arroyofresno han tenido que ser trasladados a las instalaciones del colegio público Bravo Murillo, situado a menos de 500 metros, debido a la existencia de una plaga de ratas y otros insectos en el edificio.

Este espacio tiene su origen en el colegio Apolo XI, inaugurado en el año 1969 para acoger a la gran cantidad de niños existentes en los barrios de Peñagrande y Lacoma. Tenía disponibles más de 1000 plazas para sus alumnos, y de hecho funcionó con bastante éxito hasta bien entrados los años 90, cuando comenzó la expansión de otros colegios públicos y privados en la zona, y se vió bastante afectado por ser el foco de la mayor parte de las matriculaciones de niños que provenían de los antiguos poblados chabolistas de Pitis y La Quinta. Dejó de funcionar en junio de 2010, cuando se clausuró su uso como centro de educación primaria; y la Consejería de Educación decidió darle una nueva vida como “Casa de Niños”.

Segúncontestaba ayer a la pregunta del vocal socialista Alberto Muiños el concejal del distrito, José Antonio González de la Rosa, el centro fue cerrado “por problemas de estructura y suciedad, pero no son ratas”, sin embargo, la realidad es la que se muestra, y su situación geográfica, junto a un descampado abandonado, y el estar utilizando solo una parte del centro, ha supuesto que se encontraran determinados insectos y roedores en el centro, algo intolerable teniendo en cuenta que son niños de menos de 3 años los que están en esas instalaciones. Para garantizar la salubridad de los niños y de los trabajadores, se decidió el traslado de todas las instalaciones y alumnos al colegio Bravo Murillo.

Esta decisión llega como agua de mayo al Bravo Murillo, que veía como la escasa natalidad y la amplia oferta educativa en el barrio de Peñagrande provocaba año tras año el descenso del número de nuevas matriculaciones, hasta el punto de llegar a tener la mitad de alumnos que hace una década. El cambio a este colegio parece haber sido motivado por las posibilidades que ofrecía este espacio: un número de aulas suficiente para acoger a todos los nuevos alumnos, unas instalaciones en perfecto estado de conservación y adaptadas a todas las edades, la cercanía al otro centro y una gran cantidad de recursos educativos para gestionar y favorecer el desarrollo de los niños.

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Instalaciones del Colegio Público Bravo Murillo
Este hecho podría suponer una inyección de alumnos al centro, que vería asegurada la llegada de alumnos desde el primer ciclo de infantil (0 a 3 años), hasta integrarse en el segundo ciclo y realizar sus estudios de primaria en el mismo centro, para posteriormente trasladarse al cercano instituto Pérez Galdós, el cual también se veía afectado de la baja cifra de alumnos que venía aportando el Bravo Murillo.

El hecho de haber estado ofreciendo este servicio a estos niños sin unas condiciones óptimas de higiene y salubridad ponen en cuestión una vez más a la Consejería de Educación, que pese a haber invertido 437.448 euros en el centro el pasado mes de agosto, vuelve a dejar en entredicho su labor de conservación de espacios educativos en el distrito, teniendo en cuenta que ni el instituto de Las Tablas ni el de Montecarmelo están anunciados para su construcción, y tras paralizar las obras de ampliación del colegio Antonio Fontán.