En un momento de la novela “El disputado voto del Señor Cayo” (Miguel Delibes, 1978), parte de los protagonistas, todo ellos miembros de un partido político en campaña electoral, buscando electorado que les vote en pleno medio rural, están entablando una conversación sobre cómo mentalizar e implicar en el ejercicio del voto, en unas elecciones políticas tras cuarenta años de dictadura, a los vecinos de una zona semivacía, muy conservadora y fuertemente agraria, de España. Uno de ellos, que ha estado recorriendo varios pueblos de la comarca, se queja de las dificultades para convencer a dichos vecinos de que les voten, señalando: “… no reaccionan, macho, están out, parecen estatuas. No saben hacer una “O” con un canuto, pero les jode que alguien trate de enseñarles algo“. En ese momento, el que parece el coordinador de campaña, comenta: “Eso precisamente es lo que hay que arreglar, […] enseñarles a hacer una “O” con un canuto. Volverles un poco más permeables. En una palabra, lo de siempre: escuelas, escuelas y escuelas“.
He querido empezar con esta cita de uno de nuestros Premios Cervantes (eterno y merecido candidato al Nobel de Literatura), para ejemplarizar la importancia de la Educación cuando se materializan las herramientas necesarias para impartirla, como es el caso de algo tan básico como la existencia de una Escuela, un colegio, un instituto o una facultad.
Recientemente, a través de la Comisión de Educación de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid, en la que participo activamente desde hace más de un año, se nos pidió, como miembros de la Plataforma Regional por la Escuela Pública, recoger en un documento las carencias y necesidades en materia de infraestructuras educativas públicas que tenían, tanto los distritos de la capital, como los municipios de Madrid región. El resultado fue la elaboración de un documento extenso, prolijo, donde se detallaban uno a uno los problemas de muchas familias de cada barrio, distrito o municipio, no sólo en la búsqueda de un centro público donde matricular a sus hijos, sino la necesidad de ampliación, mantenimiento o finalización de las escuelas infantiles, colegios o institutos, en verdadero estado de abandono en muchos rincones de nuestra geografía.
Reiterativa es la falta de Institutos de Secundaria o Escuela Infantiles, sobre todo en zonas de nueva construcción donde se ha dado prioridad a la venta (y especulación) de suelo residencial, sin cumplir con lo prometido en cuanto a construcción de equipamientos públicos: no sólo faltan infraestructuras educativas, sino que a ello se suma que no existen Bibliotecas, Centros de Salud, Centros Culturales o espacios deportivos básicos (las denominadas canchas).
En nuestro Distrito esto se agudiza, como no podía ser de otra forma, en los nuevos espacios del norte: Arroyofresno, Montecarmelo o Las Tablas. En estos dos últimos PAUS (que no barrios), con una población residencial de 19.000 y 37.000 habitantes respectivamente (con el añadido de la población que entra diariamente a trabajar estimada en más de 30.000 personas y que en muchas ocasiones demanda iguales servicios públicos), la situación es insostenible.
Montecarmelo sigue careciendo de Instituto público de Secundaria y uno de sus dos colegios públicos, el CEIP Antonio Fontán, sigue sin finalizar, teniendo pendiente aún su tercera y última ampliación (la Comunidad de Madrid lleva años construyendo los centros públicos por fases/módulos, cada una de ellas con carácter anual), lo que obliga al centro a tener que habilitar espacios de uso común y compartido como aulas normales.
Las Tablas tiene aún mayor urgencia que Montecarmelo. Colegios ya desbordados e igualmente ausencia de Instituto en sus calles, dándose la paradójica situación que la Comunidad de Madrid decidió hace pocos años construir, dicho Instituto en el vecino barrio de Sanchinarro, con el fin de satisfacer la demanda de Las Tablas…
Todo lo anterior viene contextualizado sobre la política intencionada, inequívoca, de la Comunidad de Madrid, de favorecer la construcción de escuelas y centros concertados/privados en detrimento de la opción pública. Los dos anteriores barrios son ejemplo de ello, pero también lo son muchos otros barrios, distritos y municipios madrileños. Y todo ello salpicado por escandalosos casos de corrupción como aquel del que fue protagonista el ex Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, no sólo implicado en las tramas Púnica o Gurtel, sino por las “mordidas” que recibía al promover la adjudicación de nuevos centros concertados en la Comunidad Autónoma.
¿Y cómo nos encontramos las familias, los ciudadanos? Desconcertados. Impotentes como a través de numerosas organizaciones y entidades que trabajan por el reconocimiento y fomento de la Escuela Pública, la batalla sigue recogiendo muchas derrotas, pero con la sensación de que esto nos hace más fuertes, porque entre otras cosas, seguimos a pie de calle, frente a las aulas, reclamando lo que creemos que, por justicia, ha de revertir y generar una victoria del sentido común, el compromiso y la ética.
Por cierto, en nuestro Distrito, además de las AMPAS, Asociaciones Vecinales y demás entidades que siguen trabajando por la educación pública, tenemos también a la Coordinadora por lo Público de Fuencarral-El Pardo, foro de encuentro, debate, fomento y defensa de la Escuela Pública.
Fernando Mardones es vecino de Montecarmelo, miembro de la Asociación Vecinal de Montecarmelo, del AMPA del Colegio Público Infanta Leonor y del grupo de Educación de la Coordinadora por lo Público de Fuencarral-El Pardo.