El voto

Llegó a casa tras haberles visto, a los cuatro. Pasó al salón y vio la mesa repleta de cartas, encendió la televisión y leyó la portada de un periódico. Eran ellos, le perseguían.

Uno le despistaba, por combinar su rostro con el de una mujer y ausentarse en la pantalla por costumbre. Otro parecía un cowboy, con su camisa y cinturón, pero sin sombrero, para lucir cabello. El de color naranja tenía un peinado estándar y vestía con traje, sin arriesgar. El último era muy alto y jugaba al baloncesto, pero no debió triunfar. Los cuatro suplicaban por una parte de su tesoro: el voto. Ni la piedra filosofal ni un cofre de oro.

El revuelo le obligó a meditar y así comenzó a valorar la importancia de aquel sobre. ¿Con qué criterio votaría? Elegir a quien más ayudaría a sus hijos, o a sus padres. Guiarse por la persona, o el partido que representaba. La opción que más le beneficiaria, o la que mas serviría al conjunto de su país. Usar la postura de su mejor amigo, o la de un líder de opinión. Priorizar la lucha contra la corrupción, o el asunto de Cataluña. Apostar por una economía intrépida, u otra más conservadora. Compartir pensamiento en los temas más relevantes o impedir el triunfo de los opuestos. ¿Qué haría?

Hundido en un mar de alternativas, salió a flote por unas palabras que le recorrieron la frente. La Política ha de ser el instrumento esencial para minimizar las desigualdades que escupe la naturaleza.


Javier Rodríguez es redactor del diario Fuencarral-El Pardo.com y estudiante de Periodismo e Historia en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.


Foto: SoyIgnacius en Flickr (Bajo licencia CC)