La historia marca el camino

España es un país de contrastes. Un país donde la única alternativa al «SÍ» es el «NO». España vuelve a caer en su misma trampa. Nos ha pasado siempre, es algo que ya está asentado dentro de la historia de nuestro país. Y no aprendemos.

La llegada de la democracia ha permitido a nuestro país evolucionar hacia unas cotas de bienestar social y de tolerancia social insospechados apenas unas décadas antes. Durante los últimos 40 años se han ido incrementando los derechos ciudadanos, quizá ensombrecidos por ciertas decisiones, como la famosa «Ley Mordaza». Pero no he venido a hablar de ese libro.

Ese bienestar, ese desarrollo económico y social de España solo fue posible con una palabra: consenso. Ese consenso que hizo que Fraga y Carrillo acabaran llevándose bien. Ese consenso que permitió que España tuviera un primer gobierno de centro, que permitió sentar las bases de nuestra actual democracia. Una democracia que tiene mucho que mejorar, pero que algunos solo quieren destruir.

La historia de España nos enseña cómo en el siglo XIX, el partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo; y Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, instauraron el turnismo político tras la restauración borbónica en España con el objetivo de controlar el gobierno del país. Ambos partidos se alternaron en el poder durante 40 años, entre 1881 y 1923. El final de la historia es ampliamente conocido: Primo de Rivera instauró su dictadura militar, unos años después se instauró la II República y un gran cóctel de decisiones políticas, problemas sociales y la crisis económica acabó desembocando en la Guerra Civil.

Volviendo al presente, nos hallamos en mitad de la que será la primera investidura fallida en nuestro país. Pedro Sánchez no será presidente del gobierno después de que el PP y Podemos, tan opuestos como Fraga y Carrillo, se pusieran de acuerdo para votar NO a un gobierno central y transversal. Un PP al que se le llena la boca al hablar de pacto de Estado y de ser el partido que está al servicio del país pero rechaza un gran pacto con PSOE y C’s mientras nos roban a todos los ciudadanos. Un Podemos que se supone que representa a «la gente» del país pero que en realidad apenas representa al 12,67% de los españoles. Aunque, en realidad muchos de sus votantes quieren dejar de serlo.

Ese turnismo del siglo XIX fue el principio de lo que actualmente conocemos como «bipartidismo», que se ha sucedido de nuevo durante los últimos 34 años.  Las elecciones nos dejaron un panorama muy sensible y poco práctico a nivel político. Ésta primera investidura fallida por la falta de apoyo de PP o Podemos es el perfecto ejemplo de un secuestro democrático, unos partidos que ni hacen ni dejan hacer.

PSOE y Ciudadanos han hecho algo histórico en democracia, han logrado un acuerdo de mínimos para una investidura tras 34 años de mayorías casi absolutas. Este hecho no sucedía desde la primera investidura de Felipe González (1982), cuando PSOE, PCE y CDS, todos partidos de ámbito estatal, se pusieron de acuerdo para convertirle en presidente del gobierno. Desde entonces, el apoyo para las investiduras siempre se ha buscado con los nacionalistas.

Podemos, partido de izquierdas, y PP, de derechas, han decidido votar NO a un gobierno con el que quizás se sentirían representados la mayoría de Españoles. El CIS afirma que la mayoría de españoles se sitúan entre el 4 y el 6 en la escala ideológica, es decir, entre el centro izquierda y el centro derecha. El acuerdo de PSOE y Ciudadanos es un acuerdo de centro, con ciertos toques sociales hacia la izquierda y otros liberales hacia la derecha. Este acuerdo permitía a España volver a tener un gobierno de centro, un gobierno valiente que emprenda las reformas necesarias para que el país vuelva a crecer, controlado por la oposición y con políticas plurales.

La historia vuelve a darnos lecciones. Podemos y PP, los cuales representan al 41% de los españoles votarán NO a un gobierno plural. Votarán NO al progreso. Votarán NO por simple egoísmo, por defender sus propios intereses y a sus votantes frente a la posibilidad de demostrar que podrían crecer de otra manera, pero la realidad es que no saben hacerlo de otra manera. Son partidos que llevan instaurado el totalitarismo en sus estructuras, partidos que no saben llegar a acuerdos porque jamás lo han hecho. El PP jamás ha gobernado sin saber lo que es estar en una posición poco ventajosa. Como el niño al que le dicen que se va a hacer daño pero sigue tentando a la suerte. El mismo egoísmo que aplicó Primo de Rivera cuando quiso acabar con el turnismo para instaurar su propio sistema. PP y Podemos quieren instaurar su sistema a la fuerza, sin diálogo. Sistemas contarios, pero sistemas totalitarios.

Tentamos a la suerte los españoles llegando a unas nuevas elecciones, donde la distribución de voto, si se sucede la lógica, volverá a ser semejante. Salvo que a varios millones de españoles se les ilumine la bombilla y descubran que la solución para este país no es volver a polarizar el voto y volver al bipartidismo de izquierdas (Podemos) o derechas (PP). España tiene una oportunidad única de apostar por el centro político que marca el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Necesitamos progreso, no otros 30 años de bipolaridad.