Los lunes

El domingo es el peor día de la semana porque no para de pensar en el lunes, es temeroso y tiene miedo, desde por la mañana. El Madrid fue igual, sufriendo por un gol que sabía que le iba a llegar, como un lunes, desde el pitido inicial. Por eso se arropó en una cama de edredón brasileño, más abrigado que el nórdico, y esperó al Barça replegado. Así, al menos, el gol no sería a traición, como el que marcase Mathieu la temporada pasada.

Suárez falló con torpeza y el azar inclinó al árbitro a no soplar su silbato, en una jugada en la que Ramos desafió al futuro, impaciente. Busquets y sus tentáculos manejaron la primera mitad al ritmo de una sala de espera sin revistas, mientras Messi caminaba y la BBC prometía sin decidir. El público extrañó más a Cruyff en el descanso que en el mismísimo minuto catorce. Sus jugadores, superados por la responsabilidad, no se atrevían a imaginar en la frontal. Después volvieron, tras ver a Lucho y a Zidane. El francés, con Beethoven de fondo, explicó a sus pupilos el plan para ganar.

Se abalanzó la segunda parte y con ella amaneció el lunes. Piqué avisó a los gallos y al sol con un testarazo que ni Keylor pudo atrapar. El Madrid salió del edredón a la hora prevista, aunque dolorido por el rostro del despertador. Pasaron unos minutos violentos y, de pronto, los blancos experimentaron una novedosa sensación: aquello que temían no era para tanto. Es más, les sirvió para recordar que tenían una oportunidad estupenda para dinamitar un contexto y una situación. Para enseñar lo afiladas que son sus alas, que en su peor campaña no habrá nadie a quien no puedan derrotar. Que son el Madrid y que nunca van a volver a sentir miedo. Que ellos jugarán mejor, sí, pero temblarán cada vez que Bale agarre el balón.

Y fue un gallo el que igualó. Cumplió el sueño de algunos y silenció al Camp Nou con una chilena inventada. El Barça tenía idea pero el Madrid sumaba adversidad e instinto, una mezcla incontestable si vas de blanco. Los jugadores de toque demostraron estar huecos y Ronaldo y Bale lo aprovecharon con dos puñaladas de ira sostenida. 1-2.

El Madrid mostró un sábado que no hay que tener miedo. Que los lunes son el primer paso para ganar la Champions.


Foto: Realmadrid.com