¡Elecciones a la vista!

La incapacidad de nuestros políticos ha quedado en evidencia tras cuatro meses de negociaciones fallidas. Los españoles tendrán que acudir de nuevo a las urnas el día 26 de junio. Tendremos que elegir entre los mismos cuatro partidos, si dejamos al margen a los muy minoritarios. Tendremos a los mismos cuatro candidatos que el pasado diciembre. La elección no es fácil. Si todos votamos lo mismo que la última vez, volveremos a entrar en “el callejón sin salida”.

Por ello, en este artículo se reflexiona brevemente, pero espero que con suficiente claridad, sobre algunas razones que tenemos para elegir. Las razones que deciden nuestro voto son el resultado de dos componentes que tienen mayor o menor peso según cada persona. Una componente racional y otra emocional.

Parece que en el siglo XXI todo debería ser ya muy racional. Pero no, lo emocional es tremendamente importante en nuestras vidas. Las emociones tienen una importancia decisiva en muchas de las decisiones que tomamos en la vida. La componente emocional es subjetiva. Diferente para cada uno. Difícil de explicar en términos generales. Hay quien nos cae bien y quien nos cae mal. Unas personas nos inspiran confianza y otras no. No se pregunten por qué. Estas afinidades políticas son sentimientos que me recuerdan la relación de los aficionados con sus equipos de fútbol. A veces son actitudes positivas: “Yo siempre voto a los míos”. Pero también las hay negativas: “Votaré a cualquiera menos a esos”. Son sentimientos arraigados profundamente y difíciles de cambiar. Menos aún por leer un simple articulito. Renuncio a ello.

Centrémonos, pues, en las motivaciones más racionales. En el momento que nos ocupa creo que el análisis podría basarse, en primer lugar, en la opinión que nos merezca la actitud de cada partido a la hora de buscar una salida a la situación política creada por el resultado de las elecciones. Quiénes se han esforzado más y quiénes menos. Si las alianzas que cada uno ha buscado nos parecen racionales o contra natura. Cada uno de los líderes ¿pensaba en la sociedad española y buscaba una solución, o pensaba en sí mismo y buscaba un sillón? La forma en que cada votante determine, entre todo lo que ha pasado, cuáles son  los hechos y detalles, para él, más significativos y cómo valorarlos, será una mezcla de sus propios valores, perspicacia y dotes psicológicas. Por ello me parece que es también muy difícil de objetivar. Así que les invito a centrarnos en una revisión de las medidas que cada partido propone y en las que de hecho han aplicado ya en los últimos años quienes han tenido responsabilidades de gobierno.

Cada uno suele hacer, antes del día de las elecciones, una reflexión -más o menos profunda, normalmente no formalizada y no exenta de subjetivismo- sobre los beneficios e inconvenientes que puede tener el votar a uno u otro partido. Algunos enfocan el análisis  desde una perspectiva más social, con ciertas dosis de “buenismo”. Así se preguntan: ¿Qué será mejor para el conjunto de la sociedad española? Otros adoptan un enfoque individual. ¿Qué partido beneficiará más a mis intereses y los de los míos? Este segundo enfoque puede parecer bastante egoísta y hay quien evita evidenciarlo. Sin embargo, yo creo que este es el enfoque más acertado. Es difícil que un ciudadano pueda intuir qué será lo mejor para toda la sociedad. Es fácil llevarse a engaño por la publicidad de ciertas ideas y por los “verdades”, que con poco fundamento real, se repiten una y otra vez en los medios de comunicación, especialmente durante las campañas electorales. ¿Y cuándo no estamos en campaña en España? Por esto me parece más sensato que cada uno elija lo que considera que será bueno para él y para su familia, ya que estas circunstancias las conoce mucho mejor. Así, será la suma de todas estas decisiones individuales la que determine qué es lo bueno para el conjunto de la sociedad. Y aceptar este resultado está en la base del sistema democrático.

Dicho esto, y con el fin de que este artículo pueda ser de alguna utilidad, trataré de resumir qué es lo que más nos preocupa y, por tanto, nos gustaría que mejorase como consecuencia de las medidas que deberían poner en práctica el partido y las personas que elijamos para ello.

Una buena manera de intuir qué nos preocupa a los ciudadanos españoles es seguir las encuestas que cada mes realiza el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Son encuestas serias. Hechas con muestras grandes (2.500 entrevistas) y, en el caso de los resultados que aquí nos interesan, exentas de la “cocina” que se aplica en la predicción del voto futuro.  Además, en este caso, los resultados globales coinciden bastante bien con las opiniones personales del autor. Miel sobre hojuelas. Así siempre resulta más agradable utilizarlo.

Desde hace años, y mes tras mes, lo que está preocupando más a los españoles es el paro, y algo más abajo, en el séptimo u octavo puesto, aparecen los problemas relacionados con la calidad del empleo.

Tener trabajo es lo más importante. Económica y psicológicamente tener un trabajo es imprescindible para poder sentirse satisfecho. No digamos si una familia depende de ti. Durante esta crisis el hecho de tener o no trabajo es lo que ha marcado la gran diferencia entre unos y otros. Encontrar trabajo, incluso temporal y con sueldo bajo, ha sido motivo de extraordinaria alegría para muchas personas.

Todos los partidos dicen que van a crear tantos o cuantos puestos de trabajo. Sin embargo, la verdad es que los puestos de trabajo los crean los empresarios. En especial la pequeña y mediana empresa. Si bien es cierto que unas políticas económicas favorecen más que otras la creación de puestos de trabajo. En el gráfico siguiente vemos la evolución del número de parados y del porcentaje que estos suponen respecto a la población activa desde el año 1976.

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Los sindicatos y los partidos de izquierda proclaman que defienden a la clase obrera. Pero, como se puede ver en el gráfico, las políticas de izquierda, en concreto las aplicadas por el PSOE en sus dos largas etapas de gobierno, han producido resultados pocos satisfactorios en lo que se refiere a disminuir el número total de trabajadores que en un momento dado no encuentran trabajo. Por el contrario, ha sido en los periodos en que ha gobernado el Partido Popular cuando el número de parados y su porcentaje se han reducido significativamente.

También se aprecia cómo tras un cambio de gobierno, y se supone que de política económica, las medidas aplicadas tardan en torno a dos años en producir un efecto claramente apreciable.

De los dos nuevos partidos aún no tenemos experiencia, pero de acuerdo con las medidas que cada uno propone no es difícil prever el resultado.

Es cierto que, en los períodos de creación de empleo, muchos de los puestos de trabajo creados han sido con temporalidad y salarios reducidos. El mercado laboral español es dual. Se divide en trabajadores con contrato fijo y trabajadores con contrato temporal. Tan pronto como empieza la crisis, y en ocasiones sin que haya crisis, son siempre estos últimos los que inmediatamente sufren los efectos de los ajustes de plantilla.

Por ello si el objetivo es luchar contra la temporalidad la propuesta del contrato único que ha hecho Ciudadanos podría ser esperanzadora. Sin embargo ha recibido numerosas críticas por parte de todos los demás partidos. Dicen que solo sirve para abaratar el despido. Es un asunto demasiado largo para abordarlo ahora. Pero está claro que para lo que serviría es para que no llegue esa temida fecha de vencimiento del contrato, en la que trabajador es despedido sin considerar cómo ha desempeñado su trabajo, incluso aunque haya que contratar a otro que reinicie el aprendizaje.

Un aspecto especialmente dramático del paro es el que afecta a los jóvenes. El paro juvenil. En el cuarto trimestre de 2015 el paro entre los menores de 25 años alcanzó el 47,2%. Con este dato la pregunta es: ¿Qué futuro se está ofreciendo a nuestros jóvenes? Por tanto, no debe sorprender que voten a los partidos antisistema, mientras no haya un partido concreto que les ofrezca algo más que palabras. Es difícil pedir a los jóvenes que reflexionen sobre las alternativas cuando las cifras de paro son estas. Pero si hay un ejemplo en el que deberían pensar, es el caso de Andalucía. Después de 38 años de gobiernos socialistas continuados, el paro juvenil siempre ha estado a la cabeza de España y ahora se sitúa en el 59,1%. Dramático.

Pasemos ya al problema que los españoles colocan en segundo lugar. Los problemas de índole económica y especialmente los bajos salarios que hacen difícil llegar a fin de mes. El ajuste de la crisis se ha hecho de modo inmediato vía empleo, y luego, de modo algo más lento, vía salarios. Los salarios que ahora se ofrecen a la mayoría de los nuevos trabajadores son realmente bajos. Y relativamente más en los casos en los que el trabajador cuenta con más preparación. ¿Es esto motivo suficiente para pedir la anulación del conjunto de medidas económicas  aprobadas por el Partido Popular y en especial de toda la Reforma Laboral? Bueno, pues mirando el gráfico anterior parece que algo se ha hecho bien y ésta es también la opinión general entre los expertos en nuestro mercado laboral. Sin duda que habrá que mejorar algunos aspectos, pero no todo ha sido un error.

Veamos, pues, qué nos ofrecen los otros partidos en este campo. El PSOE piensa en derogar, o al menos eso dice, toda la Reforma y subir el salario mínimo. Pero, ¿quién paga los salarios mínimos?. En la mayoría de los casos no son las empresas del IBEX. Es “el tendero de la esquina”. Y si se sube el salario mínimo, probablemente, no pueda contratar a un chico para llevar los encargos a domicilio. Solo cuando un trabajador produzca algo más de lo que le cuesta al empresario -incluyendo sueldo, impuestos y seguros sociales-, este se decidirá a contratarle. Por tanto no hay otra vía que aumentar la productividad para que puedan subir los salarios.

¿Qué promete Podemos para enfrentar este problema? Una Renta Mínima Garantizada de 600 euros al mes para las familias sin ingresos y una renta complementaria para que ningún trabajador gane menos de 900 euros al mes. Se podría discutir si estas medidas desmotivan la búsqueda de trabajo y favorecen el paro, pero lo que es indiscutible es que supondrían, según el cálculo del propio partido un incremento del gasto público de 90.000 millones de euros, aunque luego no recuerdo bien por qué razones dijeron que podría suponer solo 60.000 millones de euros. No se ha explicado de dónde se puede sacar esta cantidad, más allá de decir que lo “pagarán los ricos”. Pero si estamos integrados en la Unión Europea y con un compromiso serio de reducir el déficit, es imposible sacarla de ninguna parte.

Ciudadanos tiene una propuesta en la misma línea pero con diferencias significativas. Se denomina el Complemento Salarial Anual Garantizado. Se trata de un ajuste en la declaración anual de la renta, de modo que si un contribuyente no ha ingresado durante el año una cantidad mínima, que depende de sus condiciones personales y familiares, recibe una devolución fiscal para que llegue a ella. La explicación detallada del sistema podía ser objeto de otro artículo, pero tiene al menos dos ventajas sobre la Renta garantizada, incentiva solo a quienes ya trabajan y tiene un coste mucho más reducido, estimado en torno a 20.000 millones de euros. Según sus promotores este coste se pagaría íntegramente a través de la eliminación de deducciones en el impuesto de sociedades, la simplificación de la Administración y una decidida inversión en la lucha contra el fraude. Por otra parte es discutible si, finalmente, los empleadores terminarían apropiándose de una parte importante de esta ayuda.

En cualquier caso la pregunta ante todas estas propuestas que suponen importantes aumentos del gasto público es: Y esto, ¿cómo se paga?

Nuestro país lleva muchos años gastando más de lo que ingresa. Esta diferencia entre ingresos y gastos de cada año es lo que los economistas llaman déficit. Todo buen padre de familia sabe que si año tras años gasta más de lo que gana, al final, por muchos créditos que pida, la familia irá a la ruina. Pero cuando se trata del dinero público muchos esperan que, al final, alguna solución, como el maná en la Biblia, terminará cayendo del cielo.

En el gráfico siguiente se ve la evolución, para los sucesivos Gobiernos, del déficit, medido como capacidad o necesidad de financiación del total de las administraciones públicas (calculado según el Protocolo de Déficit Excesivo, el procedimiento acordado por el Reino de España con la Unión Europea). Todos han incurrido sistemáticamente en déficit, excepto tres años durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Sin embargo, ambos partidos, cuando están en la oposición, se quejan del volumen que tiene nuestra deuda (que no es otra cosa que la acumulación del déficit de cada año) por lo que además de pagar importantes cantidades anuales en concepto de intereses, tendrá que ser devuelta, algún día, por nuestros hijos, o nuestros nietos.

art2España ha formado parte de la Unión Económica y Monetaria dentro de la Unión Europea desde su creación. Por ello empezamos a usar el euro en 1999, ya que el 2 de mayo de 1998 se cumplían los seis criterios de convergencia. Entre ellos figura que

  1. La proporción entre el déficit público y el Producto Interior Bruto (PIB) no sobrepase el 3%.
  2. La deuda pública no puede representar una cantidad mayor que el 60% del PIB.

Formar parte del Eurosistema  tiene grandes ventajas, algunos riesgos, en los que ya hemos caído, y también obligaciones. Entre estas, está el cumplir los criterios de Maastrich o, en caso contrario, acordar, con los otros países miembros, un plan para volver a cumplirlos. Este plan es el que nos obliga a reducir el déficit. Para ello hay dos vías: o reducir los gastos, o aumentar los impuestos. Los impuestos han aumentado de modo  importante en los últimos años, pero el gasto a pesar de todo lo que nos dicen se ha reducido mínimamente. Para poder reducirlo más hay que someter a todas las Administraciones Públicas a un severo plan de adelgazamiento. Pero los partidos en el gobierno no quieren tomarse en serio esta tarea. Bien claro está en este gráfico:

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Debemos pasar ya al punto siguiente en las preocupaciones de los españoles. Hemos visto que la cuestión que más preocupa a los españoles es el paro. Es decir, los problemas económicos de los que no encuentran trabajo. En segundo lugar están los problemas económicos de los que trabajan pero tienen dificultades para llegar a fin de mes. Y el tercer puesto son las preocupaciones económicas de los que ya se han retirado: Las pensiones. Pero esta cuestión y las restantes las trataremos en una segunda parte de este artículo que se publicará en breve.