Expectativas

Feliz, llevaba una semana esperando con emoción el Madrid-Levante de la 1. Sería el primer día de varios en el que no tendría que madrugar y soñaba con un estreno estelar de Benzema en mi Comunio. Además, me desperté muy contento, recordando la noche de ayer. En exceso, tanto que pasé por alto mi ritual de los principios: ver siempre el saque inicial del Bernabéu. Tras semejante error, me senté corriendo en el sofá, casi sin saludar a mi madre.

El partido arrancó como se suponía, con un Madrid repleto de variantes y un Levante que no paraba de incordiar. Todo normal, con gol de los granotas incluido, por culpa de Carvajal. El peaje por tener a dos laterales de verdad, que están locos. Porque los buenos laterales siempre tienen que estar locos. El choque seguía tranquilo hasta que llegó el maldito minuto 28. Descuidé la mirada de la tele y escuché que Karim controló mal un balón, y de repente vi que se quedaba en el suelo. Adiós, Benzema se había roto y con él mis expectativas. Mi espera de trece días por volver a ver a mi equipo y futbolista favorito se esfumó en tan solo 28 minutos. Del golpe, mi primer deseo fue apagar la tele y pirarme a cualquier sitio a hacer no sé el qué: maldecir, por ejemplo. Pero me quedé, porque en Perú ya tendré que inventarme tres crónicas y no quería gastar imaginación para una más.
Por resistir entre lamentos, el Madrid empató el partido con gol de Lucas Vázquez y los blancos encerraron a un Levante que ahora parecía inofensivo. Pero Bale no acertó y el buen hacer de Llorente y Theo no se tradujo en gol.
La segunda parte volvió de la misma forma que el final de la primera, con los de Zidane acumulando hombres arriba y amasando una victoria que nunca llegaría. Asensio regateaba pero no finalizaba, Isco salió pero no resolvió, Lucas lo intentaba sin éxito y Kroos se asociaba con Marcelo en busca de la precisión que no llegaba. El panorama se llenó de nervios y el público empezaba a sentirse mal. Empatamos a 1. Tras todo un verano sacando pecho, con un equipo que ganaría la Liga en octubre y un Barça que pelearía por ser segundo, el Madrid ya había perdido cuatro puntos en casa. El mercado de fichajes y las Supercopas elevaron al máximo la expectativa, cuyo mayor enemigo es el imprevisto. Y el Madrid, para las buenas y las malas, siempre será un fenómeno imprevisible.
Fuente imagen: ABC