Primavera y otoño

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Hoy me he despertado y era invierno. Así, de repente. No sentía las hojas, ni podía estirar bien las raíces. Mis ramas estaban congeladas y apenas he podido entrar en calor. Cuando he mirado hacia abajo, mis flores estaban todas tiradas por el suelo y había una niña recogiendo los pocos pétalos que todavía se conservaban rosados (espero que para ponérselos en el pelo). Siempre me pongo muy triste cuando sé que mis flores se van a caer. Hasta los sauces llorones se ríen de mí esos días.

En invierno siempre me pongo más sensible de lo normal porque mis flores no están. Solía odiar el otoño por lo que su fin significaba. Cuando a mis amigos se les empezaban a secar las hojas yo comenzaba mi cuenta atrás.

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Y miraba mis flores, tan pequeñas; y posaba alegre en las fotos que muchos me hacían porque mis colores contrastaban de maravilla con los amarillos y marrones que reinaban en el resto del parque.

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También aprovechaba para contarlas. El otoño pasado fue especialmente bueno porque tenía catorce más que el año anterior. Y catorce flores son muchas para un cerezo como yo.

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Y cuando por fin llegaba el invierno, apuntaba el número en un lugar secreto de mi tronco y esperaba hasta que ellas se quedaban sin fuerzas y se soltaban de mí.

Pero este año ha sido distinto. Este año no ha habido cuenta atrás ni he tenido tiempo de apuntar un nuevo número en mi corteza. Este año los sauces son los que no paran de llorar, y nadie tiene las hojas amarillas.

Los pinos son los únicos árboles de todo el parque que no pierden sus hojas cuando llega el frío y por eso siempre han sido los más envidiados. Ellos se pasan el día riéndose y a menudo se dedican a burlarse de nuestras ramas desnudas mientras nos cuentan historias de miedo que muchas veces no me dejan dormir.

Pero esta mañana no se les ha oído ni siquiera un comentario hiriente. Están asustados y no hacen más que repetirnos que la primavera también va a desaparecer, que pronto solo quedarán dos estaciones. Pero yo no les creo porque eso es imposible. Porque en primavera florezco, y todas las hojas vuelven a ser verdes. Joder, hasta los pinos me caen bien en primavera.

No voy a dejar que la primavera desaparezca porque es cuando vuelve a empezar el ciclo; y voy a hacer todo lo posible para que regrese el otoño porque es la única estación que me prepara y me hace soportable el invierno. Y lo voy a hacer por mis flores, por los sauces, por las hojas amarillas, marrones y caídas. Por los pinos y por todos y cada uno de los árboles que aguantan las heladas sin inmutarse. Por todos ellos y por vosotros, para que podáis seguir respirando.

Todo esto viene porque hoy me he despertado y era invierno. Así, sin más. Porque este año ha desaparecido el otoño y os prometo que como se acabe también la primavera, nos vamos a marchitar todos.


Lara Moya Gorgojo

Historia dedicada a mi abuelo, porque, aunque no lo sepa, es el encargado de hacer que yo florezca cada invierno.