Teníamos tantas ganas de ver al equipo en 2018 que el Valladolid no se pudo presentar por el temporal y nos quedamos sin coche para ir a Majadahonda. Pero como el Adarve es una familia, pronto encontramos chófer. Un conductor particular, que nos recogió como lo que somos, gente importante, y que luego premiamos con una acreditación de fotógrafo. El tío no hizo fotos tan guays como las de Cris, pero también es un tipo interesante, con sus intrigantes cuadernos y sus gorritas.
Al llegar al campo hicimos lo primero que se tiene que hacer: saludar a nuestro Presi y piropear a nuestro jefe, que lucía botas nuevas sobre el césped. Y chaleco. Siempre luce chaleco.
Después sorteamos la seguridad de la Ciudad Deportiva Wanda como si nos presentáramos para un casting, pero aparentando ser importantes. Pisamos césped, nos manchamos los zapatos y subimos para nuestras posiciones. Buscamos un lugar estratégico, lejos de los atléticos y cerca de la prensa y los espectadores más bellos. Pero fracasamos, al lado de Mario de la Riva y delante de la familia de Tachi, uno de los centrales del Atleti B.
Así, arrancó el partido, con los nuestros divinos de azul y blanco y los colchoneros con sus colores de serie. El Adarve tomaba la iniciativa y producía ocasiones, con un gran Leo y un afilado Fran. Como si los lobos jugaran en casa y los atléticos fuera, pero sin las torres. Garci incidía sobre el flanco derecho y Cadete contenía a Arona desde el izquierdo. A medida que avanzaba el choque los de Víctor Cea se sentían más cómodos, y Héctor tuvo el gol en el minuto 26. Por su parte, los locales estuvieron a punto de conseguirlo en el 15 con un gran centro que no pudo conectar Ródenas. Los del Barrio del Pilar estaban decididos a inaugurar el marcador, pero Mateo no acertó en dos ocasiones enormes, por lo que el duelo llegó a su descanso sin tantos. Los más frikis lo aprovecharon para hacerse fotos de sus zapatos y los más normales para revisar el carrusel del Grupo I.
Pasados unos minutos, los protagonistas volvieron al césped. Nuestro chófer nos avisó: hemos perdonado mucho en la primera parte. Y así fue. El Atleti B, aún sin la iniciativa, disparó dos fogonazos gracias al acierto de Jorge Ortiz, uno transformado en gol por Ródenas en el minuto 62 y otro por él mismo en el 69. Pero el Adarve seguía a lo suyo, con Leo venciendo en cada duelo y Bernal recuperando. Los nuestros no se rinden, y menos con un 2-0. Nuestra afición, la de la grada y la tuitera, comenzó a empujar hasta que el equipo lo notara, y los de Cea lo sintieron. Como si al final de cada partido se pusiera la luna, los lobos se apoderaron de todo. Héctor hizo el 2-1 de penalty en el 85 y el Adarve se abalanzó sobre la meta de San Román. Nosotros nos pusimos nerviosos y empezamos a chillar, ganándonos alguna miradita de amor de la familia de Tachi. Sin embargo, el domingo el gol no llegó, de milagro atlético. Y el partido terminó con un resultado justo pero infeliz, poque ganó quien más marcó pero no quien mejor jugó.
De esta manera, salimos de Majadahonda como se debe salir de una derrota: tristes y orgullosos. Porque el Adarve no para de competir, pero el objetivo es ganar. Lo dijo la mirada de Víctor Cea.