Por Fernando Mardones, vecino de Montecarmelo.
Este pasado 5 de febrero tuve la oportunidad (y la suerte) de poder estar presente en la inauguración de la Estación de Cercanías RENFE de «Mirasierra-Paco de Lucía», estación que se encuentra ubicada, debido a sus dos accesos, en la «frontera» entre los barrios de Mirasierra y Montecarmelo. En mi rol de portavoz vecinal, la asociación que represento no fue invitada, aunque luego, sí tengo que decir, mi presencia fue bien recibida por las «autoridades» (la foto con el «pueblo» siempre trae réditos) quienes me atendieron sin problema alguno.
El acto (institucional) recordaba a aquellas imágenes en blanco y negro donde se inauguraban pantanos, carreteras y otras grandes infraestructuras, y donde un «glorioso» líder político se encontraba rodeado por media docena de jerarcas del Estado, súbditos todos ellos, que aplaudían cada una de sus palabras de celebración y reconocimiento a la labor (personal) propia. Apenas críticas y responsabilidades. Todo propuestas de mejora y un futuro en paz.
Y así fue el desarrollo del acto. Un Ministro hablando de las bondades de una apertura idílica, enmarcada en un contexto de gran relevancia de la red ferroviaria regional (y estatal), donde las cifras y los datos señalaban lo inmejorable de las citadas redes; de su buen estado de salud; del parecer del usuario («contento» y «agradecido»); de la eficaz coordinación entre administraciones. Todo ello entre focos y flashes, entre cámaras y micrófonos que guardaban, ya para los restos, tan dignas declaraciones. Y allí estábamos nosotros para decirle que sí, que estábamos contentos, que ya había estación, pero que dos años y medio de retrasos no era un dato para sentirse orgulloso.
También acudió la Presidenta de la Comunidad de Madrid. Envuelta siempre en ese halo de perfección y buen hacer de su administración. Del «nunca me equivoco», «conozco tus problemas porque son los míos» y «lucho por mejorar las cosas». Y me sorprendió que conociera un problema concreto del barrio como es la ya histórica reivindicación del Instituto de Secundaria (conocía al detalle el estado de la parcela en conflicto), algo que tuve ocasión de discutir, amablemente, con ella, pero sin llegar a consenso, como nos viene pasando últimamente en este y otros temas de competencia autonómica. Cierto es que su presencia en el acto se debía más al papel subsidiario de la Comunidad en la red de cercanías, pero, como decía antes, había que estar.
El Ayuntamiento también pasaba por allí. La Delegada de Medio Ambiente y Movilidad y el Concejal Presidente del distrito se dejaron ver, acompañando a las autoridades, en orden de jerarquía, en tan magno encuentro. Sobre esta administración aprovechamos los vecinos y vecinas para recordarles que la Estación aún carece de aparcamiento disuasorio, ese que con tanto boato fue presentado, junto con una docena más, allá por el verano de 2016. La respuesta: problemas con la titularidad del suelo. La idea, nos dijeron, pasaba por sentarse con Adif y desbloquear la situación. Seguiremos esperando.
Y entre Ministros, Presidentas, Delegadas, Directores Generales, Secretarios de Estado la estación quedó oficialmente inaugurada.
El estreno
Y llegó el 6 de febrero: el día de apertura. Un día blanco en Madrid donde la nieve se había aposentado, suavemente, sobre aceras, tejados y coches. Un tráfico infernal en la zona. Y un valiente (yo) que decidió dejar su moto en casa y estrenar la nueva estación para ir al trabajo. Regalo envenenado.
Lo que se entreveía como un primer viaje de placer, en el que se estimaba no más de 15 minutos para llegar a Nuevos Ministerios (entre 12 y 14 señala la web de Cercanías-Renfe), a los que habría que sumar unos 10 minutos de metro hasta mi destino final, se convirtieron en más de hora y cuarto de recorrido. Las causas, las que son portada de los medios de comunicación las últimas semanas: retrasos, falta de mantenimiento, desinformación, abandono de la red. Sufrí paradas entre estaciones; obligación de bajarnos todo el tren en una estación que no era final de recorrido; la desinformación en los paneles de las vías. Todo eso y más, que me hicieron pensar en un «no repito». En llegar tarde al trabajo e intentar dar explicaciones que tú mismo no puedes entender.
Pero ya contamos con Estación, y ahí sí quiero reconocer la labor de los vecinos y vecinas de los barrios a quienes dará servicio en su lucha llevada a cabo los últimos meses para ver abierta la estación. A los amigos que se acercaron el 28 de enero en la concentración que convocamos desde la Asociación Vecinal. A los partidos políticos que allí estuvieron con sus representantes en la Asamblea y en la Junta de Distrito.
Y porque nuestra zona se colapsa por las mañanas; porque mantenemos muchas carencias de transporte público; porque necesitamos opciones medioambientalmente sostenibles que nos obliguen a dejar el vehículo propio en casa.
Porque al final, aunque sea necesaria e incluso envenenada su apertura, agradecemos que ya se haya conseguido, aunque no debemos olvidar que nos toca seguir luchando, no solo por renovar la red ferroviaria de cercanías, como es el caso que nos ocupa, sino por mejorar la calidad de vida en nuestras calles. Y en ello, seguiremos insistiendo.