La galaxia de al lado

Hoy un profesor ha dicho que estadísticamente hay vida extraterrestre entre una de los millones de galaxias que existen. Y yo le creo porque si ha usado la palabra “estadísticamente” es que es de verdad.

Yo quisiera que los habitantes de la galaxia de al lado sean seres pequeñitos, con la piel de todos los colores del arco iris, y que se mezclen para que cada día que nazca uno de ellos se invente un color nuevo.

Ojalá hablen cantando, y que nos llamen aburridos por no saber entonar un “Mi” los días que hace sol.

En su galaxia seguro que no arrancan las flores ni existe el fuego. Llueve una vez al día y cuando eso pasa, todos paran lo que están haciendo para mirar a su alrededor. En esta galaxia necesitamos un momento para eso cada día también. Elegid cuando más sed tengáis y pensad en vosotros. Solo en vosotros.

Cuando plantemos la bandera de conquista en su diminuto suelo nos mirarán con sus minúsculos ojos y entonando un “La” (que es la nota de la sorpresa), nos preguntarán que por qué hemos hecho eso si ya nos han visto llegar con todo el ruido que hacemos y lo grandes que somos, que lo de la bandera sobraba.

Cuando les digamos que nuestro planeta gira se reirán porque “¡qué mareo!”, y luego nos preguntarán qué es eso de las guerras, para qué sirven las armas y que por qué no nos preocupa no tener Sol 12 horas al día, que eso es que se avergüenza de nosotros y no nos quiere ni mirar.

Porque en la galaxia de al lado son todos muy pequeñitos y de todos los colores porque siempre les da el Sol. Todavía no he decidido el idioma en el que hablan porque yo quiero que sean capaces de leerse la mente unos a otros para adivinar cuando uno está triste y necesita un abrazo de Morado, Azul o de Rojo.

La galaxia de al lado tiene muy pocos habitantes, y claro que tienen cosas malas, pero nunca tanto como para que el Sol decida darles la espalda 12 horas cada día. Será que en primavera somos más felices. Yo creo que es porque estadísticamente llueve más y nos miramos dentro más a menudo.

Ojalá tengamos más horas de Sol.

 

Lara Moya