En el cole siempre guardaba un día a la semana para pensar cómo quería vivir de mayor. Y soñaba con compartir un adosado con mis mejores colegas, a los que mantengo. Después, ya en Bachillerato, elegí los viernes como mi día de pensamiento, porque coincidía con el día en que jugaba al Euromillón con Maiki. Y en cada clase de francés nos sentábamos juntos para invertir nuestros millones ficticios, que aún no han llegado, pero llegarán.
Ahora en la uni sigo pensando en la fila de atrás, con nuevos amigos e ideas más locas. Pero algunos de mis sueños se han normalizado, porque quiero viajar. Y a todo el mundo le gusta viajar, y no mola lo que le gusta a todo el mundo. Viajar será la excepción.
Esta semana he estado en Bilbao y estoy seguro de que ha sido como lo hubiera soñado de pequeño. En Primaria, quizás. Con un colega y su cámara haciéndonos fotos por detrás, para luego nunca tenerlas. Con otro sembrando el caos con cada atisbo de impuntualidad, de reloj o moral. Y con el último saltándose cada comida para preparar mejor la noche, con “Pretty Woman” de fondo.
Somos cuatro y desde hace cuatro años en cada verano hacemos un viaje. Aunque en el pasado hicimos seis. Pero este ha sido el mejor. Porque seguimos vivos. Y conquistando.
Fuente Imagen: Ni idea