A pesar de las altas temperaturas, el verano es también una época excelente para disfrutar de un buen vino. No en vano, cada vez está más de moda practicar durante las vacaciones estivales el enoturismo, un tipo de ruta y de viaje que tiene en el vino a su protagonista indiscutible y esencial.
El verano es un buen momento del año para ir mucho más allá de la tradicional sangría o el tinto de verano, dos de las bebidas más populares cuando el calor aprieta. El calor no tiene por qué ser un impedimento para disfrutar, por ejemplo, de un buen vino ribeiro tanto como aperitivo como para acompañar en la comida.
Lo ideal en este caso es tratar de encontrar las versiones más frescas y más ligeras de estos vinos. Versiones que, precisamente, se dan entre la gran variedad de caldos que tenemos en nuestro país: blancos, tintos, espumosos, cavas, etc.
Vinos blancos
Probablemente, los vinos blancos suelen estar entre los más recomendados para beber en verano. Especialmente porque maridan muy bien con las comidas que tradicionalmente se preparan durante la época estival: sandwiches, tortillas, ensaladas, pastas y, sobre todo, mariscos y pescados.
De entre los vinos blancos ideales para probar en verano habría que señalar el Chardonay, el Sauvignon Blanc (con preferencia por los más jóvenes), el Riesling en su versión dulce y afrutada, o el Chenin Blanc. Este último, sin duda alguna, es perfecto para acompañar cualquier plato de pescado o marisco.
Si hubiera que recomendar alguna denominación de origen de vinos blancos para el verano sería, por ejemplo, la de Bizkaiko Taxacolina y su vino Gorka Izaguirre. Sin olvidarnos de la D.O Navarra y su Unsi blanco o la denominación de origen Alella con el Alta Alella.
Vinos tintos
Los vinos tintos también son muy recomendables con la llegada del verano. Aunque en este caso habría que matizar que los más aconsejables son los tintos jóvenes elaborados con uvas frescas. Estos vinos son ideales para acompañar algunas carnes, platos de queso y cualquier ensalada que queramos preparar.
De entre los vinos tintos más recomendados estarían el Cabernet Tempranillo, ideal para las carnes a la parrilla o los quesos, el Malbec, perfecto para el maridaje con las carnes rojas y las comidas con salsa de tomate, o el Pinot Noir en su versión más ligera y afrutada, ya que es el acompañante ideal de los platos de pollo, pescado o ternera.
Otras recomendaciones de tintos para el verano serían las denominaciones de origen de Terra Alta (vino Abrunet), la Ribeira Sacra (vino Massimo), o Sierras de Salamanca (vino La Zorra).
Vinos espumosos
Ciertamente, no habría que hacer ningún tipo de clasificación de verano entre los vinos espumosos, ya que todos funcionan muy bien en la mesa durante la época estival. No en vano, las burbujas son muy refrescantes para la época del año en la que nos encontramos y son perfectas para aliviar las altas temperaturas.
No obstante, habría que concretizar en los vinos espumosos más secos, ya que son la opción perfecta para las típicas comidas ligeras de verano. Las tostas, ensaladas, pescados y mariscos estarían perfectamente acompañadas por un espumoso.
Dentro de la variedad de los espumosos, hay que señalar el Elemental 2015. Un vino perteneciente a la bodega Vinyes Singulars y que destaca por su carácter fresco, intenso, de burbujas pequeñas e ideal para beber por la mañana, tarde o noche.
Vinos rosados
Al igual que sucede con los vinos espumosos, casi la totalidad de los rosados sería una magnífica alternativa para tomar un buen vino en verano. Estos vinos se caracterizan especialmente por su estilo suave y refrescante, algo que se agradece sobremanera en cualquier mesa durante la época estival.
La temperatura de servicio del vino
Los grandes sumilleres recomiendan que durante estos meses de intenso calor prestemos especial atención a la temperatura de servicio de los vinos. Por ejemplo, en verano una buena opción sería tomar un tinto afrutado a unos 16º grados centígrados, o bien cualquiera de los vinos anteriores servido en cubitera. De esta manera, no hay que estar siempre pendientes de la temperatura de las copas.
Sin embargo, hay que recordar que un vino demasiado frío puede perder gran parte de su expresión y esencia. No es cuestión de ponerlo a punto de congelación, pero sí fresco y que ronde los 12 – 18 grados centígrados de temperatura. Por tanto, es conveniente indicar que el vino de verano no rebase nunca la frontera de los 20º grados centígrados. A partir de aquí sí que podría considerar un caldo como tal.
En definitiva, la elección de un vino u otro en verano lo marca la temperatura. Si esta es fresca, nos puede apetecer un blanco, un rosado, un espumoso o un tinto. El catálogo, como acabamos de ver, puede ser muy extenso.