El Madrid y las parejas se parecen porque siempre comparten explicación: o todas, o ninguna. Y el Clásico es la cita idónea para analizarlas. Eso creí en el último Barça-Madrid.
Al terminar el partido, un héroe del madridismo le escribió a alguien que esta generación había terminado. Voces de mi familia explicaban que, al fin, Florentino tomaría medidas y construiría un nuevo equipo. Mis amigos me llamaban para quejarse de Benzema y en la redacción se pensaba en el hueco de Lopetegui. El Madrid había perdido 5-1 por un cúmulo de razones que pudieron ser nada si Modric no hubiera disparado al poste. Como si te pusieras malo justo la noche de vuestra cena. Pero lo fueron todo, desde que Cristiano se fue y nadie llegó.
El último Clásico acabó en ruptura, lo coherente tras una larga explicación. Porque no hay chispa, por celos, por la falta de gol. El Madrid y las parejas lo tienen claro: el éxito llega cuando no hace falta ninguna razón. Como cuando nos conocimos por error. Como cuando Zidane fue nombrado entrenador.
Fuente Imagen: La Cuatro