Loquesí y loquenó #3

Lo que me ha hecho feliz y lo que no de esta semana.

Lo que sí

Un detalle. El pasado martes le llevé la camiseta de mi equipo al dueño de mi bar favorito. Se lo debía: siempre me vacila cuando perdemos, pero siempre me da de desayunar cosas tan buenas que pienso que no son desayuno. Me dijo que el sábado se la pondría, a ver si nos daba suerte.

Una charla. Con mis colegas de clase, después de una intervención polémica de nuestro profe de Radio. Por una vez los cuatro coincidimos, pero para darnos emoción empezamos a criticarnos las zapatillas. Lo que más me molestaría es que dejáramos de picarnos. Nos veremos en la tele, Delamilla.

Dos primos. Sergio y Jaime. Al primero le veo los viernes en un momento decisivo: después de comer con mis abuelos y antes de prepararme para salir. Cuando acabamos de jugar al FIFA me recordó una anécdota: “Pues el sábado al leer el As vi un artículo del Adarve y anda, eras tú. Además justo en ese momento Cortegana abría la portada”.
Jaime siempre despierta expectación. Esta vez venía con un jersey de Antony Morato y el bigote de Dalí. Y me dejó una frase. “El arco está más tenso que la cuerda”, para echarme la culpa de una noche en Ávila. Llevabas razón.

Una canción. Barefoot in the park. De Rosalía y James Blake. La escuché por primera vez en Radio 3 desde Tenerife, con las condiciones idóneas para entender una canción moderna: mareado y entre un bosque de laurisilva.

Muchos recuerdos. Este sábado volvimos a revivir el Interraíl. Cuando nos encontramos 200€ debajo de unos contenedores en Amsterdam. Cuando Jaime luchaba por su destino, entre Viena y Bratislava. Con Marín y su rubio platino, que tanto ansiaría Joseph. Con Marce moviéndose al son de las danzas húngaras. A la salida de una discoteca en Berlín, soñando nuestras bodas. Como decía Kase O, hay que vivir para contarlo.

Un mote. El domingo me vino a recoger un colega al periódico. Y yo le llevé a cenar al Docamar, el sitio con las mejores bravas de Madrid. Él pidió ali-oli. Justo antes de decirme que “esos chavales son unos flautas”. Se me quedó grabado. Como todos los motes de Pepinho.

Lo que no

Fuera de carta. El jueves quedé con un crítico de cine en Madame Framboise para entrevistarle. Le llevé allí porque está en Alonso Martínez y por un chocolate que probé con mi padre. Lo primero que hice fue pedirlo, y me dijeron que no. Se había acabado.

Ver perder al Rayo. Además dos veces. La primera en el campo, contra un jugador menos y con su gol en la siguiente jugada al nuestro. Y la segunda desde la televisión, compartiendo peores vaticinios con mi querido doctor, para caer en el último minuto.

 

Fuente Imagen: La hizo Jaime en Berlín, antes de que nos atacara un enjambre de abejas