La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, descartó convocar el pleno extraordinario que supondría aprobar el plan urbanístico Madrid Nuevo Norte que permitiría desarrollar la Operación Chamartín después de que la Comunidad diese su aprobación a cinco días de las elecciones.
Todas las señales apuntaban a ello y volvió a pasar: La Operación Chamartín, rebautizada como Madrid Nuevo Norte, no verá la luz esta legislatura.
La entrada de Ahora Madrid al gobierno descartó el proyecto existente hasta entonces para la prolongación de la Castellana y que la anterior alcaldesa, Ana Botella, no quiso aprobar al no conseguir completar su tramitación antes de la campaña electoral de 2015. El impulso vecinal y la nueva visión urbanística llevaron a Ahora Madrid a plantear un cambio radical del modelo urbanístico y se inventaron Madrid Puerta Norte (MPN), que vió la luz en 2016 y que Comunidad y Fomento, ambos controlados entonces por el Partido Popular, criticaron rápidamente.
Dado que no había más posibilidades que el consenso, el Ayuntamiento negoció un acuerdo con la promotora del desarrollo, Distrito Castellana Norte, compuesta por el banco BBVA y la constructora San José, así como otros actores implicados como ADIF o la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento, que dio lugar, en el ecuador de la legislatura, a la aparición del último proyecto conocido para la operación, que lleva el nombre de Madrid Nuevo Norte. Con los plazos ya más que ajustados, determinadas entidades vecinales vinculadas a la FRAVM mostraron su rotundo desacuerdo al nuevo proyecto, entre otros motivos, al considerar que no se había contado con ellos y se les había expulsado de la mesa de negociación. Comenzó entonces una batalla ideológica entre entidades a favor y en contra del proyecto alimentada por la propia promotora (DCN) y los sectores críticos de Ahora Madrid (Ganemos e Izquierda Unida).
El sector contrario al desarrollo presentó más de 3.300 alegaciones que trataron de retrasar un proyecto cuyos tiempos administrativos ya pintaban de negro cualquier posibilidad de que se moviese un metro de arena en Fuencarral esta legislatura. El Ayuntamiento envió los informes definitivos el 21 de marzo y solo tenía que esperar a que la Comunidad aprobase el informe ambiental, a sabiendas de que la Consejería de Medio Ambiente tiene un plazo legal de cuatro meses para contestarlo.
El regalo envenenado del PP desde la Comunidad
Durante toda la primera semana de campaña los rumores sobre la aprobación del informe ambiental por parte de la Comunidad de Madrid recorrían el Palacio de Cibeles. Luis Cueto, coordinador general de Alcaldía, aseguraba que la Comunidad se había comprometido a enviar el informe a lo largo de la semana, pero nunca llegó.
Hasta el domingo por la mañana, cuando Madrid se despertaba con la noticia de la aprobación del informe ambiental y su remisión al Ayuntamiento el lunes a primera hora, y con ello la dinamitación, por unas horas, de la campaña electoral en Madrid: la Comunidad había aprobado el informe ambiental y se lo remitiría al Ayuntamiento el lunes a primera hora. El Presidente regional en funciones, Pedro Rollán (PP), aseguró hace unas semanas que no tramitarían el informe «por falta de tiempo», pero unas horas después de publicarse la información cambió de opinión y se mostró «convencido« de que se aprobaría el plan.
La respuesta de Carmena fue evaluar el informe y convocar a los grupos a una reunión informal para dar a conocer el informe y valorar la idoneidad de celebrar el pleno extraordinario, pero el PP, que tiene una habilidad especial para controlar los tiempos administrativos, ya tenía preparada la respuesta de su candidato a la alcaldía, José Luis Martínez Almeida, que antes del mediodía del domingo ya había instado a Carmena a aprobar el proyecto y posteriormente descartó acudir a la reunión al considerar que no tenía validez jurídica, proponiendo realizar una Junta de Portavoces.
La reunión, a la que asistieron la alcaldesa; José Manuel Calvo, concejal de Urbanismo; y las concejalas de Rita Maestre (Ahora Madrid), Mercedes González (PSOE), Silvia Saavedra y Bosco Labrado (Ciudadanos); se saldó con la negativa ya anunciada del PSOE a apoyar el plan, que sí contaría en cambio con los votos de PP, Ciudadanos y los ediles afines a Carmena.
El consistorio trató de justificar la no convocatoria del pleno, y por tanto, la aprobación del proyecto, con la necesidad de redactar información complementaria a la existente tras observar varios requerimientos por parte de la Comunidad, asegurando que «las nuevas condiciones no se pueden añadir en 24 horas».
La alcaldesa lamentó que no se vaya a aprobar el plan en esta legislatura, asegurando que, para ella, el proyecto era «muy importante» pero no quiere «ponerlo en peligro». «Me comprometo a que en el primer pleno ordinario, una vez que se vuelva a la vida normalizada en el Ayuntamiento, se incluya en el orden del día la convocatoria para la aprobación del Plan Madrid Nuevo Norte”, aseguró.
Una jugada que trata de dinamitar a la izquierda
La Operación Chamartín es el conflicto más importante que mantienen los partidos de izquierdas que optan a la alcaldía de la capital. Mientras que Manuela Carmena se ha abanderado de haber logrado consensuar un proyecto que todas las administraciones han aceptado, varios de sus ediles críticos, que durante la legislatura han votado en varias ocasiones en contra del criterio de la alcaldesa, optan a revalidar sus concejalías en la candidatura Madrid en Pie municipalista, apoyada por IU, Anticapitalistas y Bancada, herederos de Ganemos. Liderados por Sánchez Mato, su principal baza electoral es su oposición a Madrid Nuevo Norte tal y como está planteado.
Pero tampoco le convence al PSOE la operación, siendo su concejala responsable de urbanismo, Mercedes González, la voz mas crítica. Los socialistas saben que oponerse a Madrid Nuevo Norte puede atraer al votante que ve cómo Madrid en Pie municipalista ni siquiera alcanza el 2% del voto, muy lejos del 5% necesario para conseguir representación, y para ello fueron los primeros en alzar la voz mostrando su rechazo al pleno extraordinario.
La jugada del PSOE tiene varias lecturas: por un lado, evita que Manuela Carmena tenga que exponerse públicamente a la aprobación de un proyecto que una parte de sus votantes rechazan, mientras se agarra a la única esperanza (Carmena) de entrar en el Ayuntamiento y, a la vez, pesca algún voto en la ultraizquierda que de otra manera no iban a conseguir; pero también supone que algunos de sus votantes que sí creen que Madrid Nuevo Norte debe seguir adelante opten por votar a Carmena, limitando las opciones de Pepu Hernández de sumar un buen resultado.
E independientemente de lo que suceda en el arco izquierdo del tablero político, quien ha ganado con la filtración informativa y el envío del informe es el PP, que ha evitado una incómoda foto con Carmena a seis días de las elecciones -que sí se ha hecho Cs-, sino que ha conseguido una ristra de titulares y ha generado tensión en sus rivales políticos a costa de un proyecto que todos daban por suspendido hasta después de las elecciones.