Engañar a la vida

El miércoles por la tarde vi una película de la que hablé por la mañana, sin saberlo. El prota, que no me importaría ser yo de mayor, recibe una noticia brutal. Su novia, Laetita Casta, le dice que está embarazada de un amigo común, y que tendría que irse de casa porque se casarían y vivirían juntos. Las noticias tan brutales no merecen reacción. 

Por ahínco y por azar, mi yo de mayor acaba con Laetita Casta, el hijo resultó ser suyo y entre medias rechaza a la hija de Johny Depp. Para muchos irrechazable. 

Al terminar una peli no paro de hacerle preguntas a mi padre. 

-Papá, ¿tú crees que se puede engañar a la vida?

-No.

-A todo el mundo le pasa que cuando se liga a alguien por quien estaba enamorado ya le deja de interesar tanto, y ya no se recupera lo intenso de antes. Que es lo que atrapa. Y cuando consigues algo, automáticamente pierde su valor. ¿No se puede engañar a la vida? 

-A la vida no se le puede engañar. Hay que vivir cada momento con naturalidad. 

-Y papá, ¿tú nunca has pensado que tu vida podría haber sido mejor con otra mujer que no fuera mamá?

Mi madre se plantó en el salón al segundo

-¿Qué ha dicho tu padre, qué ha dicho? 

Lo preguntó con esos ojitos tan vivos que te mueres. Le respondí yo: «Jelen, podrías revisar mi propuesta de matrimonio de la pasada semana». Hasta ahora mi propuesta más formal. 

El miércoles me fui a la cama pensando que podría engañar a la vida. Puedes engañar a tu mujer, a tu jefe, a tus amigos, incluso a ti mismo. Seguro que también a la vida. Aunque un día una mujer te llamará por el pasillo y te dirá toda la verdad. Lo mejor será no reaccionar. 

 

Fuente Imagen: Cada una con lo suyo