Nantes y un después #9

Tenía tantas ganas de escribir sobre Jimeno que solo he aguantado una línea. El domingo por la noche tuvimos la declaración más cursi de todo el año, y eso que yo me declaro varias veces cada fin de semana. Él estaba fumando en la ventana. «Es que tío, eres la persona con la que más me río del mundo», dijimos los dos. No hubo beso porque lo único que sabemos hacer es reírnos.

El primer día nos levantamos de la cama con un saco de patatas y siete botellas de agua con gas en la mesilla. El segundo día  dormimos en el pasillo del hotel y el tercero normal. Dormir tres veces con alguien en este Erasmus ya es mucho. Como dice Cortegana: «Tu Erasmus es la versión light de Física o Química».

En la semana tuve el día de siempre que echaré de menos en Madrid. Jugar al ping pong toda la tarde con Quique y hablar toda la noche, para convencerle sin suerte de hacer diez cosas estúpidas antes de irnos.

Alba es la mejor compañera del mundo para ir a clase. Y Andrea es la compañera más divertida del mundo para estar en clase.

El jueves descubrí mazo cosas: que por fin hay cervezas baratas en esta ciudad, una chica que toca el arpa y que todas las croquetas increíbles salen de Moratalaz.

La semana también fue muy feliz por Gus. Como vivimos lejos, cada vez que nos vemos es como los 20 minutos del final en los que salía Guti. A la vuelta habrá más tiempo porque estaremos de sobremesa, en Asturias, en Ávila, en tu nueva casa de Madrid, creando un partido político para gente en camisa con mis pantalones cortos de Nike.

Nos presentó a su amiga Alba. Desde que se fue escucho su lista de Spotify que me dejó, aunque a veces se cuelen canciones de Los Chunguitos. Gus porfa, Jimeno y yo te pedimos que nos guardes unos tuppers con su voz.

Fuente imagen: al final no sé qué chica será