A mi habitación le guardaré un recuerdo. Un hotel está para llenarlo. Mourinho lo hizo con muebles y televisiones durante sus meses en Mánchester, porque si no dice que se hubiera sentido solo. Además Mourinho confesó ayer que no sabe cocinar ni limpiar; una habitación de hotel era lo ideal.
Yo entré al hotel con la misma ilusión y más carencias que Mourinho. Como ya tenía tele, decidí llenar mi habitación de gente. Sobre todo para que me limpiaran y cocinaran.
Esta semana estuvo más llena que nunca.
Todo empezó con el PSG 3-0 Madrid de septiembre. Me enfadé tanto que me enfadé toda la noche. Fue una pena que coincidiera con una fiesta. Pero la vuelta no sería igual. Ni en el partido ni en la fiesta. Lo sentí tan claro como aquella vez que me giré. Valverde, Hazard y a Karim no se le olvidó el hat trick.
El viernes no cabía nadie más. Vinieron Jaime, Marce y Javi Marín para hacer lo típico. Vivir en el pasillo una de las copas más divertidas del mes, con Piluki y sus amigas, dormir los cuatro en una cama, hablar de frikadas. Jaime y su musgo y líquen, correr de alegría porque llegaba Marcelo, pedir en un MacAuto con una furgoneta de gitanos. Poner la lavadora a las seis de la mañana para luego no usar las sábanas, que Marín se bañara en una fuente por una apuesta, comer un coco. Ir a una fiesta techno con saxofón, hacer saltar la alarma de incendios y jugar a la pocha. Si no dijera que son los mejores amigos para hacer viajes sería insincero.
Fuente imagen: siempre quise una foto así porque somos un desastre