Javier Ramírez, nuestro Concejal Presidente en el distrito de Fuencarral-El Pardo, sigue en campaña. Y lo estará todo lo que queda de legislatura. Ha venido a nuestro distrito no a gestionar, no a tomar decisiones que suman, no a mejorar la calidad de vida de sus vecinos y vecinas. Ha venido a hacer campaña, durante cuatro años, de las bondades de su partido (y de las alianzas de éste) y de lo que todo ello representa en el ideario colectivo conservador: defensa a ultranza de España y de sus símbolos, que entiende como una labor propia y exclusiva de su organización política; ataque sin paliativos al gobierno de Pedro Sánchez (¿?); rechazo a la participación ciudadana (“aquí mando yo”); reconocimiento de que las asociaciones vecinales, por ejemplo, no son los únicos interlocutores válidos con el ayuntamiento (ya lo sabíamos); y menosprecio de quienes no piensa como él o no le acompañan en su línea política e ideológica.
En los casi diez meses que lleva en el cargo, su presencia en Montecarmelo (barrio en que resido y, curiosamente, con amplia mayoría de votantes del PP) sólo se ha reflejado en la colocación de una bandera de España (la de todos; la mía también) y su posterior acto de homenaje, y el tapado de uno de los muchos agujeros que existen en la calzada de una de las avenidas del barrio. Nada más. Por el contrario, ha suspendido el Centro de Ocio Juvenil, el proyecto de patios abiertos y, seguramente, dé portazo a la propuesta de las asociaciones del barrio en poder organizar, un año más, nuestras Fiestas de Montecarmelo. También ha cancelado el proyecto de Biblioteca Municipal que venía del anterior gobierno de Manuela Carmena, que tuvo un coste para las arcas públicas y que contó con un proceso participativo con decenas de familias y vecinos que decidieron cómo querían que fuese este equipamiento. Y cómo no olvidarnos, ha mirado hacia otro lado, sin asumir ninguna responsabilidad, en la caótica situación de tráfico que vive el barrio desde que se ha cortado la salida a la M40 dirección A6, donde ni informaron de su cierre ni han tomado medida alguna de mejora del transporte público para intentar paliar los problemas de movilidad.
Y así con todo.
Pero no se pierde cualquier sarao en la que esté su mentor e idolatrado, sr. alcalde. Esta semana, por ejemplo, hemos visto a ambos subidos a las bicis de “bicimad”, esas que no llegan al barrio (ni a otros tantos del distrito). Pero también le hemos visto visitando “institucionalmente” a la Virgen de Atocha (¿?) o la feria FITUR, cuando debería estar atendiendo, digo yo, los muchos problemas que existen en los dos distritos que preside – Fuencarral-El Pardo y Chamberí –, que suman cerca de 400.000 vecinos. Y luego, en su ámbito (y tiempo) personal, que acuda a donde quiera y a visitar a quien quiera (como es lógico).
Pero él sigue en campaña, y cuando menos te lo esperas, al preguntarle por una acera en mal estado en Peñagrande, atiza a la oposición con un son ustedes un “gobierno ilegítimo apoyado en terroristas y separatistas”. Se alía con VOX, la ultraderecha más antisistema y dañina para la democracia (en su propio partido hay voces que están denunciando esta confluencia) y exterioriza una enorme falta de empatía con partidos, vecinos o asociaciones, sin reparar en la variedad de sensibilidades existentes en un distrito como el nuestro. Y no nos olvidemos del uso personalista de las redes sociales de la Junta Municipal, algo que ninguno de sus predecesores en el cargo llegó a hacer con tanta enjundia.
No, sr. concejal, aquí usted no es necesario, ni los vecinos, contingentes. La ciudadanía ha elegido a su alcalde y éste a usted para que gobierne para todos, y no sólo para los suyos ni para hacer su campaña durante toda una legislatura. Usted responde ante todos nosotros y todas nosotras. Y nos guste más o menos su elección (o designación), debemos asumirla (porque creemos en los principios democráticos) y su obligación es escucharnos, atendernos, resolver nuestras necesidades y defender los derechos que como ciudadanos se nos aplica. No podemos verle siempre como vocero de su organización política, en un seguidismo desproporcionado a las directrices que le vienen de arriba sin reparar en ningún momento por una apuesta crítica. Sin remangarse y bajar a la arena de los problemas diarios en la calle (movilidad, limpieza, equipamientos públicos, calidad del aire). Sin aportar nada, salvo una bandera y un parche. En un sinfín de ausencias y falta de atención a nuestros problemas que, no se olvide, son también sus problemas. En suma: no puede presidir este distrito en una campaña electoral continua.
Fernando Mardones es pareja de Raquel, padre de cuatro hijos y vecino de Montecarmelo.