Loquesí y loquenó #18

Lo que me hizo feliz y lo que no de la última semana.

Lo que sí

Los paseos en el As. Lo bueno de no ir al periódico todos los días es que saludas a tus compañeros como si fueran amigos. De hecho muchos lo son. Además, el lunes cuando llegué me recibieron como a Bob Dylan. Me hizo mucha ilusión volver a ver a Patri Cazón, y descubrir su sueño: ojalá poder escucharla leer libros todas las noches. 

Un colega y dos ensayos. A Morais le conocí de Erasmus. Y eso que él solo estaba de visita. Después de Nantes ya somos colegas. En esta semana me llevó a un concierto de un tipo que cantaba, fumaba, tocaba la guitarra y bebía leche de una garrafa, todo al mismo tiempo. Al lunes siguiente hizo que fuera yo el que cantara para su grupo. Siempre he soñado con tocar en una banda e irnos de gira, con un batería que mueve las baquetas con su pelito largo, un guitarra salvadoreño y un bajista relajado, como Illarramendi. 

Una ciudad. Ya le había perdido la fe al turismo. Y Atenas nunca me había llamado la atención, pero el destino tiene estas cosas. Con el Acrópolis ahí en lo alto, y todas esas casitas blancas a su alrededor. Las calles del centro, antiguas y auténticas, como si supieran que gente tan importante las hubiera cruzado. Con el mar de fondo, pero siempre protagonista en Grecia. Con las guías más atentas. A lo mejor nos gustaron más ellas que Atenas. 

El Pastitsio. En Atenas nos acogieron en una casa espléndida, un chalet de cuatro pisos con un salón inmenso y un jardín que llenaría de mesas de ping pong y una pista de pádel. Cada amanecer, sobre las 2 de la tarde, venía acompañado con vistas al mar y unos desayunos que alegrarían a mi madre. Sabes que eres bien acogido cuando por sorpresa te preparan un plato típico en una bandeja. Se llamaba Pastitsio y era como una lasaña hecha de macarrones. Una mezcla tan redundante que estaba riquísima. 

Peach Pit. Descubrí a Peach Pit en la biblioteca y por un título: «¿Te hice llorar el día de Navidad?». Hay canciones que se te clavan. El año pasado les escuché muchísimo, pero fue el sábado por la mañana cuando me di cuenta de todo lo que me gustaban. Con «Shampoo Bottles» y buscando el mar por la parte de arriba de la ventana. Son lo que busco: un grupo para mirar por la ventana. 

Lo que no

Un empate del Madrid. Te sientes como si se te resbalara algo de entre las manos. Ese gol de Santi Mina me paralizó en una cena. Mi cabeza nunca pudo aceptar que te empaten después de que remontes. Lo que más duele del Madrid no es perder, es no ganar. 

El pelo corto. Ahora estoy contento porque ya he pasado el peor trago. La semana y media después de que te corten el pelo es un reto de supervivencia. Esta vez no fue culpa de mi peluquero Karim, fue un error de cálculo. Vivir con el pelo corto te ayuda a distinguir dos tipos de personas: las que alguna vez te ven guapo y las que nunca. Las que nunca dicen que el pelo corto te queda bien, y las que alguna vez se ríen de tu paso por el peluquero.