La cura

Hoy me desperté y no era paz, era silencio. Los pájaros cantaban del revés y solo veía las montañas, el único lugar ingobernable ante tanto virus. Las montañas son lugares que te ordenan; hasta su propia inicial, la M, ya las dibuja.

Esta pandemia podría funcionar como aviso: la Naturaleza, el Creador o Quien sea guarda las llaves de todos nuestros ombligos, y ellos deciden cuándo cierran. Aunque nos creamos tan protas cuando nos mira la chica a la que miramos, marquemos un gol o cantemos con nuestro grupo.

El Coronavirus tiene un nombre menos pegadizo que las crisis anteriores, quizás por ello sea más peligroso. Ha parado el mundo.

Puede que lleve razón ese psicólogo italiano (es difícil que un italiano no te convenza). Aunque yo aún no sé lo que piensa el mundo de nosotros. Aún no sé ni lo que pienso yo. Me jode que cierren las discotecas, pero ahora estoy a gusto. Puedo usar las paredes de la terraza para practicar mi volea y desde aquí me imagino todas las montañas. Antes de escribir el texto me subieron las primeras décimas.

 

Fuente Imagen: elegí esta montaña porque tenía forma de cruasán