La industria del SexTech ingresa a las ferias tecnológicas de consumo más importantes del mundo. La tecnología sexual se convierte en una realidad y las compañías cada vez apuestan por propuestas más prometedoras como los robots sexuales. No obstante, existen estudios y expertos que advierten sobre los riesgos de su uso.
Diferentes propuestas tecnológicas diseñadas para el placer calificaron para los premios en el Consumer Electronics Show del presente año. Especialmente, los juguetes sexuales para mujeres destacaron en el CES 2020. Productos como el Satisfyer, OhMiBod o la vanguardista joyería Crave expusieron sus propuestas en la misma feria que un año atrás denegó su participación.
Que productos de esta índole tengan un espacio en la feria tecnológica más importante del mundo comprueba un hecho innegable: la fusión de la tecnología y el placer es una realidad.
Las compañías de tecnología sexual han crecido a gran escala en los últimos años, esto les ha permitido crear propuestas mucho más arriesgadas y prometedoras. Una de ellas es la creación de robots sexuales; siendo Harmony, la primer robot con Inteligencia Artificial o Henry, el primer robot con miembro viril regulable.
Al igual que productos como el vibrador o succionador de clítoris fueron criticados en sus inicios, los robots sexuales han sido bastante cuestionados desde su aparición, tanto por profesionales involucrados en el desarrollo de tecnología como de personas ajenas a este sector. De acuerdo con los especialistas, el uso de estas máquinas puede provocar serios daños psicológicos y morales tanto para el individuo como para la sociedad.
Riesgos de los robots sexuales según expertos
Expertos de la Universidad de Duke en Carolina del Norte han asegurado que algunos de estos robots han sido programados para “protestar o crear un escenario de violación sexual”. Incluso, muchos de estos aparatos han sido diseñados para que parezcan niños, lo cual ha sido usado como excusa por uno de los desarrolladores en Japón para señalar que se trata de un profiláctico “para no volver a lastimar un niño”.
Una de las firmas estadounidenses que ha desarrollado estos robots sexuales es Realrobitx, la cual recientemente publicó un vídeo en el cual promocionaba a su robot Harmony por un precio entre 8.000 y 10.000 dólares. Esta muñeca tiene un tamaño real y es capaz de pestañear, mover sus ojos, labios y hablar.
Para el fundador y director ejecutivo de la compañía, Matt McMullen, Harmony posee inteligencia artificial, por lo que es capaz de establecer una relación con su dueño. De este modo, recordará las preferencias, experiencias del usuario, todo lo que le gusta y aquello que no.
Una de las personas que ha mostrado su rechazo al uso de la tecnología para este tipo de marketing es la profesora de Ética y Cultura de Robots e Inteligencia Artificial de la Universidad De Montfort en Leicester (Reino Unido), Kathleen Richardson, quien sostiene que estas compañías están dando un mensaje negativo a las personas, al señalar que un robot puede reemplazar a una novia o novio, cuando las relaciones de pareja se basan en la intimidad y la reciprocidad, cosas que no puede dar una máquina.
Por otro lado, en la Universidad de Alicante (España) se realizó hace tres meses un workshop denominado Cultura de la violación y robots sexuales, en los cuales se abordó el tema en cuestión, y se señalaba que estos aparatos promueven la misoginia.
El desarrollo de estas máquinas y el uso de inteligencia artificial en estos proyectos ha estado en el centro de la polémica desde sus inicios. Un hombre en Japón incluso fue muy cuestionado cuando “se casó” con un holograma en 2018.