Lo que me ha hecho feliz y lo que no de la nueva normalidad.
Lo que sí
El barrio vacío cuando ya todos pueden bajar. Desde mi terraza se ve muy bien. Por la noche, cuando no hace calor y nadie está en la calle. Y podrían. Las cosas quedan más bonitas cuando no se imponen. O todas las veces que bajo con Marce a dar una vuelta para nada; ir al chino, insultar a la peña y contarnos todo. Solo me sentiría extraño en una nueva normalidad: en la que no viera a Marce todos los días.
El fútbol. Si me hubieran avisado de este Benzema no hubiese aguantado esperando toda la cuarentena. La vuelta del fútbol ha sido un milagro, sobre todo para el Madrid. Y para mí. Ahora también comento para el As los partidos de Segunda, además de escribir. Ya le voy cogiendo cariño a los pelotazos. Trabajar en tu hobby es un peligro muy divertido.
Planear el verano. Casi lo mejor de todo es planearlo. Mola tanto que luego da igual si lo cumples. Con el verano pasa lo mismo, y estos meses fueron aburridos porque no se podían hacer planes. Desde hace años Marce y yo los preparamos con Jaime y Javi Marín. Este año nos vamos al norte con el coche y lo cerramos con un juego de mesa llamado Istanbul. Que mole tanto.
El pádel. Más que un deporte es un vicio. Aún no sé si del todo sano, cuando a Mata no le entran varios mates o cuando me quedo pensando en una bola fallada durante todo el partido. Pero el pádel también es un alivio. Al chocar palas con Joaka después de un punto, la sensación de pegar cada resto y los ánimos siempre con Álvaro Sánchez.
Un museo. «Javi acuérdate que mañana madrugas para ir al Prado con nosotros». Hay frases que lapidan. Al menos fuimos en coche y me dormí unas siete veces en el trayecto. Puede que el sueño me beneficiara para ver los cuadros. Rafael pintaba a la gente más real de lo que eran, me quedé loco con «El cardenal» y también con todos los flamencos. ¿En qué pensarán los vigilantes de museo? En ti, quizás.
Tras tanto tiempo. Lacaba bajó de casa y creo que ni se dio cuenta de que era su cumpleaños. Pero todos le estaban esperando. Me hizo ilusión volver a ver a Beceiro, que me contó algo increíble: si no quieres superar una etapa, no vuelvas en avión. También hablar con Arturo y Álvaro, de cuando uno jugaba en el Rayo y de los secretos que guardan los fisios.
Lo que no
El miedo. Mi madre le tiene miedo al virus y yo le tengo miedo a mi madre. Así que hay cosas que no puedo hacer. Como ir todos los días a restaurantes o salir ayer a las copas del Cube. La situación es un poco rollo porque todo está a tu alcance pero no tanto eh.
Esperar. Aún no puedo ir a comer a casa de mis abuelos, ni ir a ver al Rayo después, ni salir de fiesta con mis amigos, ni jugar los martes al fútbol. Así que como no sé muy bien qué hacer me he puesto a esperarte. Pero ya sabes, sin agobios.