El amor dura poquísimo. Puede que segundos. Es el tiempo exacto en el que decides que esa es tu chica. Lo demás no es amor o puede que sí lo sea: ataros los cordones, acompañarle al dermatólogo cuando no te apetece y daros esos besos que se dan las parejas como por inercia.
Yo soy un peliculero en todo menos en varias cosas: primero está mi madre y luego mi padre. Si trabajo pienso en el dinero, para poder ir solo a restaurantes a escribir. Y si escribo quiero sentir todo el vértigo del mundo, como si no mandase yo. El amor y la política confunden; no vale de nada ni hablar ni pensar en ello, y la gente no para. El amor y la política son cosas prácticas.
La política es hacer. Ayudar a unos vecinos a vivir mejor, tener las calles limpias y que cada vez menos pasen hambre. Las ideas no importan porque no se pueden tocar, ni comer. Me parece muy bien que seas del PP si me avisas cuando nuestros rivales suben a la red.
El amor se mide muy fácil. Cuántos besos os dais, cuántas veces os veis, cuánto habláis y cuánto harías por veros. Despuén llegan esos segundos en los que decides, como si decidieras sin pensar en ti. Y cuanto menos duren, mejor.