Juan Antonio Fernández
Vocal vecino del PSOE en Fuencarral-El Pardo
Valoraciones Estado del Distrito Fuencarral-El Pardo 2020
Olvido el orgullo que es dirigir la vida, las calles, los parques, las gentes o las grandes
personas que forman parte de un gran distrito como es Fuencarral-El Pardo. Y lo olvido
desde aquel momento en el que se decidió abandonar a una gran parte de los vecinos y
vecinas, por lo que ese olvido conllevó que la que es casa común de todos pasó a ser la
casa de algunos. Y olvido que la igualdad, la diversidad o la solidaridad ya no debían
ondear sus colores. Y olvido que el autoritarismo es cosa de tiempos pasados y no del
presente, como así ejerce.
Olvido que en tiempos difíciles son tus vecinos los que más te pueden conocer y ayudar,
pero en cambio los condeno a valerse por sí mismos; ni tan siquiera a escuchar sus
demandas, ni su mano tendida cuando más necesitábamos una casa fuerte y robusta. Y
de esta manera, con pocos recursos y eso si, mucha solidaridad, todos ellos arrimaron el
hombro, sin distinción de colores o pensamientos, y dieron lo mejor de sí para hacer, como
siempre hacen, barrio, ciudad o distrito.
Todo estos olvidos ponen de manifiesto que un año después nada es lo que fue,
volvieron con rabia y resentimiento. Nada cambió, o sí, todo cambió para olvidar a sus
gentes, para olvidar sus asociaciones, para olvidar a niños y mayores, para olvidar calles
y parques que debían ser su prioridad, para pasar a ser lugares comunes que sigue
olvidando a su amparo. ¿Sus prioridades? Banderas, celebraciones, fotos y homilías. Eso
que nunca falte y nunca olvida, por eso del amparo divino.
Fuencarral-El Pardo es, y debe ser, fruto del trabajo compartido, y no fruto del olvido y la
desidia. Sus malas formas, su conmigo o contra mí. Fuencarral volverá, y lo hará cuando
sentemos las bases de una convivencia compartida. Banderas sí, pero banderas que
unan.
Confrontación y discusión siempre, pero con respeto. Ahora ya solo queda la mejor
vacuna que algunos se pueden aplicar: humildad. Al echar la vista atrás solo
queda la nada de un distrito que fue y será lo que todos decidamos ser, y no el reflejo
del fango que impones y olvidas al ostracismo.