Primer encierro, primera victoria

Aquel sábado 12 de diciembre de 2015 empezó todo. Las familias habíamos acordado encerrarnos en el colegio Infanta Leonor. No podíamos más. Hacía siete años que Ayuntamiento y Comunidad de Madrid habían acordado resolver la falta de diversos equipamientos públicos en Montecarmelo (Madrid), y el instituto era uno de ellos. Los alumnos y alumnas de los dos colegios, uno de ellos lanzando ya a secundaria promociones completas, no tenían instituto público donde escolarizarse en un barrio que superaba ya los 24.000 habitantes, una cifra similar a la de muchos municipios madrileños que contaban ya con todo tipo de infraestructuras públicas. No cabía otra salida. Y las familias lo sabíamos.

Las Asambleas de las dos AMPAs habían decidido unos días antes, por unanimidad, realizar el encierro. Nadie había votado en contra, aunque para algunos la estrategia podría resultar “extrema” pero, al final, necesaria. Se explicó todo con detalle. Se argumentó sin fisura alguna el porqué de esta propuesta. Y solo cabía aprobarla.

A principios de semana nos dirigimos a la Junta Municipal de Fuencarral-El Pardo para solicitar la utilización del colegio para realizar, desde nuestra AMPA, unas jornadas deportivas y culturales. En ningún momento hablamos de encierro, ya que sabíamos que nunca nos autorizarían a realizar una acción así. No queríamos comprometer a nadie, y queríamos ser los únicos responsables de las consecuencias de nuestra decisión. Y de nuestro plan. El primer escollo en el camino fue la negativa de la dirección del centro escolar a darnos las llaves de las puertas de acceso, ya que alguien había filtrado que la jornada deportiva y cultural no era tal, sino que el objetivo pasaba por organizar un encierro. Finalmente, todo se pudo resolver mediante la intermediación del propio concejal presidente, quien indicó al personal de conserjería (de dependencia municipal) la obligación de entregar las llaves del colegio a la AMPA.

El segundo obstáculo fue la falta de calefacción en el centro. La propia dirección no autorizó a activarse ésta y, prevenidas, las familias hicimos acopio de ropa de abrigo y mantas suficientes para pasar la noche del sábado.

El encierro arrancó por la mañana, con los preparativos y la organización de accesos, áreas de actividades, logística, medios de comunicación, protocolo de invitados y seguridad de las instalaciones. A primera hora de la tarde empezamos a recibir a las primeras familias, y no tardaron en llegar los primeros lideres políticos tanto de ámbito municipal, regional o del parlamento europeo. También nos acompañaban numerosos medios de comunicación, que se encargaron de dar cobertura a esta acción reivindicativa que, junto con el ambiente festivo reinante, propició que no hubiera ningún incidente en todo el día. Se realizaron diversos talleres de pintura y plástica; alguna que otra guitarra amenizó con canciones el encierro, y la cena sirvió para reponer fuerzas tras una más que intensa jornada inicial.

A la hora de dormir, la noche en el pabellón deportivo, aunque fría en temperatura, contó con el calor del más de un centenar de personas que decidimos pasar allí aquel entrañable momento. La sensación de estar viviendo un día histórico en el movimiento de las familias nos hacía reforzar aún más nuestras posiciones, creyendo firmemente que habría una recompensa al final de nuestro camino.

La mañana del domingo estaba preparada para una marcha pacífica que partiendo del colegio Infanta Leonor, pasaría delante del colegio Antonio Fontán, la Asociación Vecinal, y acabaría en una concentración simbólica, en una de las parcelas vacías del barrio, donde queríamos lanzar el mensaje de la necesidad de contar ya con el instituto.

El éxito del encierro fue rotundo. Dimos un ejemplo cívico y reivindicativo a todas las administraciones, sin escenificar color político alguno en ningún momento. Sólo éramos familias que demandábamos la construcción de un instituto. Nada más.

Las semanas siguientes se caracterizaron por un trabajo firme en la Asamblea regional, donde se presionó (el encierro también sirvió para ello) a las fuerzas políticas para que se incluyera una partida en los presupuestos regionales para la construcción del instituto, algo que también se logró ante la clara constancia de su necesidad.

Con todo, nuestra lucha no terminó allí. Hasta el pasado 2019 no entraron los primeros operarios y maquinaria a la que ya es la parcela del futuro IES de Montecarmelo, el ya jurídicamente existente (aunque con su comunidad educativa desplazada en otro centro) IES Blanca Fernández Ochoa, nombre del que estamos muy orgullosos por lo que representó esta gran persona en el deporte español y los valores que ejerció en su carrera profesional.

Hoy, echando la vista atrás, quiero recordar en aquella acción reivindicativa que hoy cumple cinco años, a los amigos y amigas que fortalecimos nuestra relación durante esos dos días de diciembre de 2015, quienes decidimos caminar juntos en un recorrido que desconocíamos, y que luego comprobamos que no fue, en ningún momento, fácil. Nadie se bajó de aquel tren en marcha y todos y todas empujamos en la misma dirección, por lo que el éxito fue siempre compartido.

Y por supuesto, a las familias, gracias. De todo corazón.

Por un #IESMontecarmeloYa

Fernando Mardones, vecino de Montecarmelo, pertenecía a la Junta Directiva de la AMPA del CEIP Infanta Leonor en aquellos días de diciembre de 2015.