Un día como hoy

Estas cosas suceden como sin darte cuenta. Una tarde estaban en el Vips, sentados al lado, no uno enfrente del otro, y se pusieron a hablar de una boda. No suya, de otros. Hace no mucho casarse estaba muy visto y ahora ya no tanto. Así que ahora casarse ya mola. ¿Nos casamos? No te atreves ni de coña.

El chico llamó a una camarera, que casualmente estaba uniformada para la ocasión: de rojo. La chica se empezó a quejar bastante. Normal. Lo primero que hizo el chico tras hablar de casarse fue llamar a otra chica. La camarera llegaba y la pregunta seguía en el aire. ¿Nos casamos?

La camarera llegaba ya y la chica se puso nerviosa, y eso que ella pocas veces se pone nerviosa. Empezó a discutir con el chico y entretanto dijo que sí. No necesariamente a lo de casarse. Pero al chico con un sí le valía. El chico estuvo rápido y frenó a la camarera justo antes de que llegara. Pero no para que no viniera, sino para que viniera con un datáfono. Ahora lo más necesario para casarse es un datáfono.

La camarera llegó con el datáfono y les casó rapidito. Pagó la chica. Los amores tan grandes salen caros. El chico y la chica solo coincidieron en no quedarse con el ticket: mejor no acordarnos de que nos hemos casado. Ni somos novios.

Como empezaron por el final, los dos decidieron inmediatamente irse a vivir a Roma. Ya mismo. Pillaron un Zity hasta el intercambiador de Avenida América y de allí en Uber. Ahí al menos se fraccionaron el pago. Tardaron lo suyo en llegar a Roma. Lo mejor de un Uber es que se puede ir discutiendo a gusto y también abrazados.

En Roma les esperaba una vida resuelta. Ella era muy lista, de las listas que se pasan. Así que no quiso abusar, y pasó de dominar el mundo a montar una tienda de helados. De helados de tres bolas. Él tenía menos que ofrecer: un superpoder frágil, como el pelo, y una raqueta. Así que se puso a dar clases de tenis en las pistas que salen en la cuenta de Instagram @onlyclassy, y también a escribir. Escribían a medias. No escribían para ganar dinero; la gente escribe para que la quieran.

Se quedaron allí. Al menos un día, como hoy.