No está siendo un curso fácil. Para nadie. En uno de los clubes de fútbol más importantes del distrito siempre se espera con ilusión. Conectados a la boca de metro de Lacoma, y en la apertura del barrio de Arroyofresno, el Masriver lleva más de dos décadas contribuyendo al deporte de Fuencarral-El Pardo, con una manera especial de encarar el fútbol y la vida. Hay que resistir a todo.
Además en Masriver a todo le añaden una sonrisa. Es algo que comparten los estamentos del club al unísono. Directivos, entrenadores, jugadores y padres. Un antídoto imprescindible para afrontar estos meses.
La temporada 2020-2021 se esperaba con una ilusión especial. Pese al virus y la pandemia, el Masriver encontró un refugio sobre el que soñar: tras un largo tiempo de espera, por fin tendrían nuevo campo. Su hogar, en Ramón Gómez de la Serna, sería renovado. Con unas instalaciones a la altura. Los entrenamientos y partidos con mascarilla, la reducción de ejercicios a grupos de seis y los confinamientos incomodaban, pero en ningún momento les restaron la ilusión.
Así despidieron el año, con el tradicional partido de Navidad entre todas las figuras del club, a la espera de un 2021 con nuevo estadio y en un mundo sin virus. O con un virus controlado. Pero el inicio de año no ha sido el ideal. La nieve y el hielo que dejó a su paso Filomena cubrió todos los campos de fútbol de la Comunidad y retrasó el ritmo de las obras en Masriver. Ni entrenamientos y aún sin campo nuevo.
La respuesta de Masriver fue la de siempre: juntarse e intentar cambiar la situación. Directivos, jugadores, entrenadores y padres se unieron para acabar con el hielo, para que su club sintiera la normalidad cada vez más cerca. Lo consiguieron.
Charlie, entrenador del Alevín B y el Infantil A y una de las piezas más carismáticas de Masriver, cuenta con su gracia habitual que está siendo una temporada distinta. En cada una de sus palabras se nota la esencia de Masriver. Aunque reconoce que la situación es difícil, destaca que les está sirviendo para aprender mucho, y que poner contentos a los niños en este contexto sabe mejor. Les ha tocado preparar entrenamientos variados y jugar con la incomodidad de las mascarillas. Pero Charlie es de los que se le nota la sonrisa hasta con ella puesta.
En Masriver se cree que el 2021 aún puede ser un gran año. Apaciguar al virus y estrenar su nuevo campo. Su nuevo hogar. Con la misma ilusión especial de siempre, para resistir a todo.