El ejercicio de la democracia plena no puede limitarse por las ordenanzas
sino que debe permitirse gracias a las ordenanzas. 


Por Pilar Perea
Concejala de Más Madrid
Concejala responsable del distrito de Fuencarral-El Pardo


Desde que gobierna PP y Cs en la ciudad de Madrid estamos asistiendo a una reducción paulatina de las funciones en los espacios democráticos donde se escucha a los vecinos y vecinas y donde los grupos municipales ponemos voz a las necesidades de los barrios: me refiero a los Plenos de las juntas de Distrito.

Esto sucede porque el gobierno de PP y Cs no cree en los barrios. Atender a los problemas del día a día de casi cuatro millones de personas en 21 distritos y en 129 barrios, con realidades diversas y complejas no es importante para ellos. Porque para el gobierno municipal que encabeza el portavoz nacional del PP, el Ayuntamiento de Madrid se reduce al palacio de Cibeles y poco más.

Este gobierno concibe el Ayuntamiento sobre todo como impulsor de grandes actuaciones que “dinamicen la economía” tal y como el PP entiende ese concepto. Las realidades y los problemas que experimentamos los vecinos y vecinas en nuestra escala más inmediata pasan a un muy segundo orden para una gestión de las grandes siglas y los grandes proyectos. 

En este marco de “titulares”, los distritos pintan poco: para el PP y sus socios las funciones de las Juntas se reducen a administrativas y de apoyo a las Áreas de Gobierno del Ayuntamiento. No encuentran sentido a que los distritos reclamen competencias propias, ni capacidad de actuar por su cuenta para resolver situaciones que se den en su territorio: todo es cosa de Cibeles. 

Esta visión centralista que Ruiz Gallardón consagró durante su mandato, la intentamos revertir o al menos corregir durante el gobierno de Manuela Carmena. Creíamos entonces, y ahora también, que la descentralización municipal es algo muy necesario para una ciudad como Madrid, que acercar el gobierno de la ciudad a la ciudadanía es imprescindible para que los problemas que se aborden sean los que realmente atañen a la gente, y que esa aproximación sea un hecho profundamente democrático. Pero como era de esperar, el cambio de gobierno ha traído, también en este terreno, una absoluta involución.

Esta involución la sufrimos mes a mes todos los grupos políticos, cuando se acerca la fecha de los plenos de las Juntas de Distrito. Estos Plenos son el espacio democrático donde los partidos, las asociaciones ciudadanas o el Foro Local podemos plantear los problemas concretos del distrito, y donde debatir sobre cómo se aterriza la política del Ayuntamiento en nuestros barrios. Pero con el actual gobierno municipal los Plenos de distrito van en el camino de convertirse en un mero trámite que hay que cumplir porque lo dice la Ordenanza.

El ejemplo palmario que explica cómo vamos hacia menos democracia, son las cada vez más frecuentes inadmisiones de temas propuestos por los grupos de la oposición y órganos de representación vecinal, que registramos para debatir en los plenos del Distrito y que los gobiernos de PP y Cs deciden rechazar y detraer por tanto, del debate político de los Plenos.

Los representantes del gobierno en las juntas de distrito pueden aplicar la ordenanza a favor de las admisiones, procurando ampliar los temas a debatir, o aprovechar la misma ordenanza de manera restrictiva para reducir estos temas. Tenemos que lamentar otro enorme retroceso en este sentido: los concejales presidentes de los distritos llevan meses rechazando la presentación de un elevado número de propuestas y especialmente en algunos como Chamberí y Fuencarral-El Pardo -ambos presididos por el concejal del PP Javier Ramírez. 

En el distrito de Fuencarral, por ejemplo, no se nos ha permitido hablar del 8M, de carriles bici, de soledad no deseada, de turno vecinal, no hemos podido significar nada el 25N, ni Filomena ni debatir sobre el arbolado, por rescatar unos ejemplos.

Es importante que entendamos que la decisión de mermar los temas de debate responde a una orquestación general del gobierno de Madrid que es intencionada y que atiende a un modelo de gestión de lo público apartado de lo público. El ejercicio de la democracia plena no puede limitarse por las ordenanzas, sino que debe permitirse gracias a las ordenanzas. Es en la norma donde hay que buscar la fórmula para ampliar el debate y la escucha, no para restringirlos. Las Ordenanzas, resumiendo, deben ser el apoyo para favorecer la cercanía entre ciudadanía e institución, no la coartada para limitarlas.

Si permitimos esta práctica de inadmitir sistemáticamente, los Plenos de las juntas de distrito van a convertirse en un lugar exclusivamente para el ejercicio del voto, que en gran parte se dirime en las juntas de portavoces previas a la celebración del Pleno, a puerta cerrada y sin acta, por lo que la participación y escucha a la gente quedarían reducidas a unos mínimos intolerables.

Si a esto añadimos que las proposiciones que se aprueban en los Plenos de Distrito no son de obligado cumplimiento para los gobiernos, entonces que el gobierno vote a favor a un número considerable de necesidades que propone la ciudadanía, sin debate alguno, completa la lamentable estrategia de la inanición del debate en los Plenos de Distrito y abandona el espacio democrático a una mera declaración de intenciones. 

No debemos olvidar, además, la inacción del área delegada de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana, que debería establecer criterios comunes de interpretación de la normativa para evitar arbitrariedades de los concejales presidentes de los distritos y para garantizar una coherencia mínima en el ejercicio de un derecho tan importante como el de la participación política y la participación ciudadana.

Quizás el gobierno de las derechas alberga un objetivo más oscuro y es el de fomentar el desafecto de la gente hacia sus representantes, instalar la desmotivación y frustración de la ciudadanía sobre sus propias posibilidades ante las decisiones de sus barrios. Sin duda esta forma restrictiva de aplicar la norma, lo que no hace es alentar su empoderamiento. Nada me sorprende, ya llevamos un año y medio desde que este gobierno arrancó su gestión y nos van acostumbrando a todos los tics estirados de gestión anticuada y alejada de las personas.