Mi primera vez

La memoria me cuidó esta vez. Olvidé mi primer partido en Ganapanes, hace tanto, vestido con la camiseta de mi cole y con botas rojas. Visitar Ganapanes suponía como mínimo cinco goles en contra. Pasarse la mañana del sábado corriendo detrás del balón. En un partido en casa del Adarve nuestro portero se empezó a tocar el pecho diez minutos antes del inicio, llamó a su madre y le dijo al entrenador que así no podía jugar; le faltaba oxígeno. Previsor.

Al menos las derrotas en Ganapanes nos sirvieron para aprender. Ante escenarios tan hostiles, lo mejor era no presentarse. Las semanas de partido contra los líderes a mis padres les dio por llevarme al pueblo. Un colega del equipo prefería salir a montar en bici, con el riesgo de hacerlo al lado de nuestro campo. Le vieron.

Empezar en el Adarve hace más de cuatro años fue descubrir por primera vez el fútbol. Sin botas y con ellos: a estas alturas es mejor asumir menos riesgos. Con el Adarve siempre me he sentido en el lado ganador.

Nunca vi al Primer Equipo en Ganapanes, hasta el pasado miércoles. Hasta ese día Ganapanes solo eran apriorismos. Un pasillo muy grande con partidos muy largos. Los recortes del periódico con la firma de De la Riva, los goles de Agus, la torre.

Por suerte mi primera vez en Ganapanes fue con Agus y De la Riva al lado. A los pocos minutos ya había sufrido demasiado. En los duelos en espacios cortos no habrá más prudencia, sino menos. Para calmar los nervios hablamos de Pepinho y Álvaro Sánchez: no conocería el Adarve sin ellos.

En Ganapanes el gol se convierte en un suceso. Salama marcó en un córner, porque la realidad necesita atajos, y Pradillos cerró el choque con un golazo. Ganapanes no pretende ser perfecto: lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Al terminar me despedí de León y de su familia, de la gente. En muchos clubes presumen de que la entidad es lo más importante, que las personas van y vienen. En el Adarve la gente llega, se marcha y se queda para siempre. En el Adarve lo que más mola es la gente.

 

Imagen: Lena de Lorenzi