Loquesí y loquenó #31

Lo que me hizo feliz y lo que no del mes de marzo.

Lo que sí

Un concierto. Lo mejor del periodismo es que puedes ir a muchos sitios con pulseras. Y se las puedes poner a tus colegas. Y de pronto estás en el foso de un escenario, con tu mejor amigo fingiendo que hacéis fotos, colocando los ojos un poco así, con una cámara imaginaria. Y Alba entrevistando con su teléfono a las muchas fans de Hensito con sus pancartas, y Andrea riéndose, y Raquel haciendo fotos de verdad con mi móvil. En los mejores conciertos no cantas cuando reconoces las canciones, echas a correr.

Dos comidas. La primera fue con Pedi, y el cabrón me robó la última patata de un plato buenísimo de ahora no recuerdo qué. Pedi es una persona de las que se agradecen; cuando estoy solo en casa le llamo para que venga, porque es como estar solo pero con él.

La segunda no fue ni una comida: fue una cena. La de siempre desde que empezamos la universidad. Una vez al mes en el Vips de nuestro barrio, con Lacaba, Chao e Iván. Más de cinco años comiendo Vips Roll Brooklyn con una fidelidad inalcanzable. Nunca hemos compartido nuestros platos y ya pensamos en compartir piso.

Varias visitas. Una al cine, con mi madre. Nos encantó la película y salimos como muy unidos. Me confesó por qué no tuve hermanos. “Llorabas tanto de pequeño que nos compramos un libro de consejos, y decía que cuando llorases no fuéramos a verte. A nosotros nos daba muchísima pena oírte llorar y no ir a tu habitación. Así que encendíamos todos los aparatos de la casa para que no te oyésemos llorar”. Sergio y Sara, mis primos, son hermanos. Siempre que les visito pienso lo mismo: para qué tener hermanos si les tengo a ellos.

Un viaje. El Adarve es un equipo especial. En el bus a Pontevedra más que un club de fútbol parecía un equipo de pocha. En el viaje descubrí a Llamas y a Javi, los ratos de fútbol-pádel del Míster en el Madrid y luego también su visión del World Pádel Tour. La vuelta por Vigo con César y Ure, el derbi gallego en Balaídos, y la mejor charla que he escuchado nunca en un vestuario. En Pasarón, con todo el equipo unido, con Álex al lado.

Una presentación. El miércoles pasado Grade presentó su primer libro. A Grade Cortegana le presentaría como Guillermo Arriaga hizo con Rafael Azcona: “A los 10 segundos te cae muy bien, a los 20 segundos querrías que fuera tu mejor amigo, a los 30, el padrino de tus hijos, a los 40 no te importaría que se acostase con tu mujer, y a los 50 segundos no te importaría acostarte tú mismo con él”. Yo algunos días también pienso en presentar mi primer libro, pero no con mucha prisa; Schopenhauer alcanzó el éxito comercial a los 70 años. Después de la presentación, lo siento Grade, pero vino lo mejor. Y acabó con lo más guay para volver de fiesta: las charlas con Corti y Onru de vuelta.

Lo que no

Un corte de pelo. La primera y última vez que una novia quiso volver conmigo me llamó para vernos y yo le dijo que no, que aún no podía, que me acababan de cortar el pelo. Desde que mi madre no me acompaña a la peluquería pido lo mismo: por favor córtame el pelo como si nadie supiera que me han cortado el pelo. Este mes pasó lo más grave de todo. Me cortaron el pelo más de la cuenta. Una vida con capucha.