Loquesí y loquenó #33

Lo que me hizo feliz y lo que no del mes de mayo.

Lo que sí

Un aparcamiento. El mes de mayo lo empezamos haciendo el inútil pero con mucha gracia. Me llevé a Marce y a Jimeno al Madrid Open sabiendo que a ellos no les gusta el tenis, así que lo mejor sería el inicio y el final. Jimeno quiso aparcar su coche en un espacio reservado para la Policía. “Es una zona libre. No se indica en ningún lado que sea para Policía”. (El espacio solo estaba ocupado por coches de Policía). Jimeno seguía convencido pero Marce y yo lo estábamos de lo contrario: su coche acabaría en una grúa. Le preguntamos a un vigilante de seguridad y él mismo lo confirmó. “Si dejáis el coche ahí os quedáis sin coche”. A Jimeno le dio un poco igual; lo iba a dejar ahí. Todos nos empezamos a reír, el vigilante el que más. Y el tipo nos vio tan tontos y tan majos que habló con sus compañeros y nos dijo que metiésemos el coche en la zona VIP sin pagar ni un euro. Al irnos le buscamos para darle un abrazo.

Una entrevista. Quedar con alguien un viernes por la mañana es un peligro, desde que Iñaki se inventó los jueves por la noche como el día del periodismo. Un viernes de mayo quedé con Julio Martí, promotor de más de diez mil conciertos y ganador de dos Grammys Latinos, uno de ellos con Bebo Valdés. Julio es un rockstar de 65 años que lleva el pelo largo y gafas de sol. Estuvimos hablando más de una hora y me contó que él solo se gasta el dinero en amplificadores para su casa de Valencia, criticó el show de C.Tangana en Madrid (aunque le gusta y dice que se verán pronto), me enseñó sobre drogas, estudió a Hernán Cortés y explicó la vida como el juego de la Oca. De repente pillas carrerilla, luego retrocedes, y así sucesivamente.

Un sitio. La primera vez que fui al Café Comercial era verano y me puse una camisa de esas que te pones como para ir moderno pero no. Nos llevó Borja Landeta, y desde aquí te doy las gracias, Borja Landeta, por presentarme el Café Comercial. Seguí yendo y este mes gracias a Rafa se nos ocurrieron unas ideas para empezar en septiembre. Rafa dice ser un hater de las RRSS, aunque el Café Comercial es de las mejores redes sociales de Madrid. Santi, Hugo, nos vemos en septiembre.

Todos mis colegas. Una vez le leí a Irving Welsch, escritor de Trainspotting, que la clave de su vida era tener dos tipos de amigos: intelectuales y hooligans. Y juntarlos. Yo aún no les divido así por si se chinan. Pero en el cumple de Jimeno se juntaron mis colegas del barrio con mis colegas periodistas. Además en la casa de Edu, que vive en un hotel. Mientras Raúl hablaba del carlismo mis otros amigos indagaban en el fichaje de Mbappé. A Jimeno le regalamos una pistola de balines y al final de la noche unas chicas nos pusieron sus pulseras para entrar a una discoteca.

Un restaurante. Barrutia y el 9 es un restaurante en el que todos comen muy cerca y muy rico. En las mesas de al lado suele haber políticos y gente cerrando tratos. Barrutia, un vasco de Durango, se sienta a tu lado y él mismo decide lo que vas a pedir. Con la seguridad de los vascos y ese acento final al que no te puedes resistir. En mayo comí con Machicado unas sardinas, un plato de pasta y unos cachopitos de steak tartar para echarse a llorar.

Lo que no

Dos despedidas. Las despedidas no son felices pero tampoco tienen por qué ser tristes. Algo tuvieron que inventar para que el tiempo no fuera para atrás. Las despedidas son bonitas y significan mucho: sobre todo mucho cariño. Diego y César son dos personas muy importantes en la historia del Adarve. Me acordaré de ellos, cada vez que me acueste tarde por la noche (siempre), y por seguir enseñándome que aquí hemos venido para ganar. De ese recuerdo no hay quien se despida.