Loquesí y loquenó #37

Lo que me hizo feliz y lo que no del mes de septiembre.

Lo que sí

Unos días en familia. Hay que aprovechar septiembre. Es el mes más dulce del año: no hace ni frío ni calor. Nosotros lo estrenamos con la familia en la casa del campo. Jugando al parchís y al Monopoly, saliendo a dar paseos cuando se pone el sol, recogiendo juntos la mesa como en una cadena de Ford. Me hizo ilusión que mi prima Sara fuese mi hermana por dos días, y que mi abuela confesara, ante la prensa, que es muy feliz. “Solo me falta un ascensor en la casa de Moratalaz”.

Un trabajo nuevo. Este mes empecé en Relevo pero en realidá fue antes. Las primeras semanas que salió el periódico me enfadé un poco porque yo ya quería estar ahí. Hay veces que tienes que esperar, aunque te pases la vida llegando tarde. Por ahora trabajar me está gustando muchísimo. Los primeros días que madrugué de verdad me quedé pensando en el metro. A dónde irán todos estos desalmados, a estas horas que ni creí que pudieran existir. Siempre me acordaré de Matilla y de Hugo, no por el trabajo, sino por presentarme a gente que mola tanto, por hacer de un periódico un oficio de artesanos.

Unos minutos en la tele. Este mes también salí en la tele porque me llamaron para hablar del verano y un reportaje que hice sobre unos abuelos, muy queridos. La tele es muy pequeña desde dentro, y la gente se mueve muy rápido, como si fuesen a salir por la tele en unos segundos. Antes de entrar en el plató se me cayó una botella de agua por la camisa y justo me estaba volviendo a subir la fiebre. Fue divertido, y eso que me pasé todo el rato rayadísimo porque ya sabía yo que esos operarios de cámara me sacarían por mi perfil malo.

Volver a ver a mis alumnos. Lo mejor del tenis ya no es el tenis, es ver otra vez a mis alumnos. En septiembre me contaron sus veranos, yo les conté el mío y también el de todos mis amigos. La red te da una distancia ideal para hablar con cualquiera. Les comenté lo del nuevo periódico, y que hay una mesa en la que casi siempre suele haber comida. El martes mi alumna favorita me dijo que ella de mayor quiere trabajar en Relevo.

Lo que no

La vida sin Jorge. Este septiembre también fue un mes muy triste. Ya no está Jorge, aunque Jorge se queda. Vivió sus últimos meses con una alegría imposible, y la hizo tan natural  y tan compartida como era él. Mi padre, que no es muy de conexiones, tenía una conexión especial con Jorge. Mi padre la mantiene cada día. Sube, escucha y siente una serie de canciones que le recuerdan a él.