Loquesí y loquenó #38

Lo que me hizo feliz y lo que no del mes de octubre.

Lo que sí

Un grupo de música. Agosto es un mes pero en octubre sobre todo fue un grupo de música. La cantante de Agosto tiene mi tipo de voz favorita: la de alguien que dice cosas muy importantes pero sin darle mucha importancia. Como si nada, con la ligereza medida de ser un pasota. Las frases bonitas están justo para eso. Para ir dejándolas por ahí, por si alguien las necesita. Los sentimientos no sirven si no se cuentan.

Mi cumpleaños. Los cumpleaños me dan un poco de pereza porque no se espera que respondas algo, se espera que respondas lo mismo todo el rato. Aunque en este me lo pasé genial. A lo de hacerse mayor le encontré un atajo; ser un poco más idiota cada año funciona como un lifting. Junté a mis colegas donde salimos los jueves y en vez de entrar a un bar nos pusimos a beber latas de cerveza en medio de la calle. Y eso que ese día coincidieron Guille, Pla y Picón.

El Balón de Oro de Benzema. En octubre mi jugador favorito de siempre fue reconocido como el mejor futbolista del mundo. Nunca pensé que Karim fuese Balón de Oro, ni una vez en todos los días de clase en los que me sentaba al lado de Maiki. Ahora que Benzema ganó el premio se paró el fútbol; para qué más. El Madrid dejó de jugar y solo se pensó en el Mundial. Cuando Karim se retire de verdad yo haré lo mismo. Colgaré el teclado y me dedicaré de lleno a los cotilleos.

Relevo. Cuando me preguntan qué tal Relevo ya me canso de mí mismo. Y eso que les digo la verdad: que todo mola muchísimo, que vamos al trabajo muy contentos, que ya nos hemos hecho muy amigos. Contar las cosas tan felices siempre me ha parecido un poco aburrido. Lo más divertido es reírse de todo, como en la cena en Pulcinella, justo con mis nuevos colegas del periódico. Blaya a los mandos, Cardero y Manu Amor a los comentarios, Campoy poniendo orden.

Un reencuentro. En este mes vi otra vez a mis colegas del Erasmus. Raquel nos unió en una fiesta muy divertida, y por fin coincidí con Jorge, Pilar y Andrea. Cuando quedamos en Madrid es como volver a estar en Francia. Todos vamos apareciendo uno a uno, como todas esas noches en el hotel, en las que tus amigos iban saliendo de sus habitaciones con sus platos a la hora de la cena.

Lo que no

Hablar de más. La gente que habla mucho es porque está contando cosas que no debería. Esta columna seguramente sea un ejemplo. Hay dos momentos en los que me raya bastante hablar de más: cuando me regañan y cuando estoy muy contento. Cuando me regañan hay veces que me defiendo con excusas, y poner excusas me china más que hacer las cosas mal.