Cantón o comunismo

Les pongo en antecedentes: el Ayuntamiento de Madrid, según ha informado al Colegio Alemán de Madrid (ubicado en el barrio de Montecarmelo, en el distrito de Fuencarral-El Pardo), ha decidido construir el cantón de limpieza proyectado en los pliegos del servicio de limpieza del ayuntamiento de 2021, en las inmediaciones de su centro escolar, espacio situado junto a otro colegio concertado, al cementerio de Fuencarral y frente a diversos bloques de viviendas. Esta decisión está relacionada con la paralización, justo antes de las pasadas elecciones municipales de mayo, de la construcción de este equipamiento en su ubicación inicialmente prevista, junto al colegio Infanta Leonor, en una zona diferente del barrio.

Esto, como era de esperar, ha soliviantado al barrio, a miles de vecinos y vecinas, que han vuelto a poner el grito en el cielo, otra vez, al valorar como inapropiado que el cantón se construya en una zona residencial y escolar.

A criterio de quien suscribe este texto, una primera impresión sería ésta: votar en unas elecciones municipales con las tripas, contra elementos tan subjetivos – y lejanos – como el “sanchismo”, los movimientos independentistas, el “desmembramiento de España”, o contra la izquierda “progre”, filoetarra o comunista, puede hacer que, en paralelo, pierdas de vista muchos derechos básicos (locales), que te deberían importar, y te olvides de defender aquello que más cerca tienes (y que directamente te afecta, incluso a diario) y no volcarte en unos conceptos y sentimientos que sólo se justifican en unas Elecciones Generales y que apenas inciden materialmente en tu día a día (aunque emocionalmente puedan afectarte, por supuesto).

Algo así ocurre cuando votas a tu alcalde, a tu alcaldesa desde una óptica nacional – incluso regional – y lo haces además con un abrumador apoyo, que supera con creces la mayoría absoluta, y te das cuenta que, el mismo día después de las elecciones, los mismos a los que les ha dado tu apoyo (masivo) en las urnas, te dejan sin plaza en la escuela infantil, te retrasan de nuevo la apertura de un instituto público que lleva quince años pendiente en el barrio, te suben el precio del comedor escolar o dejan sin asfaltar las calles de tu barrio en el verano.

O te plantan un cantón de limpieza frente a dos centros escolares y centenares de viviendas.

Eso es lo que ha pasado en el barrio de Montecarmelo. Y muchos pensamos que el voto en las urnas debería ser, aún más en lo local, un acto de sentido común donde los hechos pesen más que los sentimientos (nacionales). La falta de equipamientos públicos, por ejemplo, pero también la falta de limpieza, el menor número de agentes de policía municipal o los problemas de movilidad deberían ser, por su cercanía, algunas de las razones que nos deberían decidir qué voto llevamos a cabo en lo municipal. Fiscalizando hechos y actitudes (el concejal presidente saliente tuvo un mandato para olvidar), valorando qué ha hecho el Ayuntamiento en el barrio y qué ha dejado de hacer en los últimos cuatro años. Es decir, cómo te ha afectado una política municipal concreta en tu día a día como vecino o vecina de un municipio, de un distrito y de un barrio.

Aunque muchos les moleste esta afirmación, buena parte de las razones que tiene el Ayuntamiento para construir ahora el cantón de limpieza en las inmediaciones de los centros escolares (y de las viviendas más próximas), ocupando igualmente una de las zonas verdes más respetadas por los vecinos y vecinas de Montecarmelo, es que las urnas le han dado toda la legitimidad posible para ubicarlo donde estime oportuno.

Y, además, si el propio Ayuntamiento es consciente que esta actuación sólo va a movilizar (y a importar) a una pequeña parte del barrio, pues más razones para no encontrar obstáculo alguno en sus planes de construcción. Las elecciones de 2027 quedan muy lejos. Ya vimos los pasados meses de marzo, abril y mayo (antes de las elecciones), cuando el cantón de limpieza se proyectó junto a otro centro escolar, en una parte más alejada de ésta última, que la movilización sólo afectó al entorno más próximo. Hubo una baja participación en las concentraciones o manifestaciones convocadas por el tejido vecinal. Al resto del barrio, seamos sinceros, “le importó un carajo” lo que pasaba con el cantón, y esa falta de “totalidad” en la protesta y oposición del resto de vecinos, al no verlo un problema próximo, fue la tónica aquellos días y lo será, de nuevo, y ojalá me equivoque, con el emplazamiento actual. Hubo éxito en su paralización, pero era más que evidente que el estar esas semanas en campaña ayudó bastante en ese resultado. El PP no podía perder votos en uno de sus enclaves más importantes de la ciudad.

Con todo, puede haber salvación. No ya emplazarnos a las elecciones de 2027 (que también), sino a organizarse. A empatizar. A hacer barrio. A interiorizar que es un problema que nos afecta a todos. A decirle al Ayuntamiento, por las diversas vías que se decidan (institucional, medios de comunicación, protesta y movilización ciudadanas, etc.) que un barrio residencial no debería albergar un equipamiento de limpieza como ese. Que su ubicación lógica debería ser una zona industrial, alejada de viviendas y zonas sensibles. Que dos centros escolares, con comunidades que superan las 5.000 personas, no deberían sufrir el ruido, los olores o las molestias de movilidad de ver, 24 horas al día, 7 días por semana, a una treintena de vehículos yendo y viniendo en sus proximidades. Algo de sentido común, digámoslo así.

Por eso es importante votar con la cabeza (bendita alternancia democrática), no con las tripas. Y hacerlo desde lo próximo cuando votas en lo municipal. Valorar que un ayuntamiento que impidió organizar recogidas de comida en la calle para las personas más dañadas por la pandemia, que dejó sin cabalgata a todo un distrito, que se negó a construir una instalación deportiva porque había riesgo de que se vandalizase por sus vecinos, que anuló la construcción de una biblioteca, que dejó sin plazas de educación infantil a cientos de familias, y que ahora construye un cantón de limpieza donde le da la gana, no debería contar con un apoyo tan masivo. Es de cajón.

¿Libertad o comunismo? Esa no es la pregunta. Que no te engañen.

Fernando Mardones es vecino de Montecarmelo