Obsolescencia programada

No soy el único vecino del distrito que piensa que, en cierta medida, tenemos la suerte que algunos de los concejales presidentes que ocupan el “trono de hierro” de Fuencarral-El Pardo vienen ya programados con un sistema de caducidad fijo, marcados por los propios procesos electorales municipales. Sin embargo, desgraciadamente, en algunas ocasiones, tenemos la sensación de que nos toca soportar innecesariamente un proceso de caducidad o de “consumir preferentemente antes de” que les permite alargar su estancia, como los yogures pasados de fecha, sine die, hasta el nuevo ciclo electoral, hagan lo que hagan o, mejor dicho, sin hacer lo que tenían la obligación de hacer.

Esta obsolescencia programada aplica, desgraciadamente, a nuestro concejal presidente, el Sr. Javier Ramírez (PP) quien, en las próximas elecciones de mayo (fin de fecha del ciclo electoral), se supone, dejará (cesará en) su puesto, por finalización de mandato. Aunque, sin tener que esperar a agotar su estancia, aunque queden ya pocas semanas, según marca el reloj de la legislatura, somos muchos los vecinos y vecinas que entendemos que el producto lleva ya muchos meses, como digo, pasado de fecha, con evidentes signos de caducidad y que, nuestros mandatarios sanitariomunicipales, deberían haber ejecutado su retirada de nuestros expositores hace ya mucho tiempo. Pero no ha sido así, aunque razones no han faltado para argumentar su salida.

Desde el 15 de junio de 2019 en el que fue nombrado Concejal Presidente de Fuencarral-El Pardo, Javier Ramírez no ha dejado de generar polémica (la última, el abandono del pleno distrital que ejecutaron esta pasada semana los vocales vecinos de PSOE y Ciudadanos por sus desplantes y autoritarismos), numerosas enemistades (incluso entre los suyos) y, por supuesto, un enorme malestar entre diversos actores sociales de nuestro distrito: asociaciones vecinales, colectivos feministas, partidos políticos, comerciantes (como también le ocurre en el otro distrito que preside, Chamberí) y un sinfín de ciudadanos y ciudadanas que, conociendo sus intervenciones en los plenos de Madrid ciudad y del distrito, y sus comportamientos en las decisiones que toma, no salen de su asombro con la idea de que este señor siga aún en el expositor municipal, ofreciéndose como si de un producto fresco se tratara.

Entre muchas de sus polémicas, destaca su decisión, contra lo acordado en el propio pleno municipal (donde se aprobó su celebración por la mayoría de grupos, salvo del PP), de no llevar a cabo la cabalgata de Reyes en el distrito de Fuencarral-El Pardo, por tercer año consecutivo. Forzado por las críticas, tuvo que replegar velas y conceder a la vecindad un breve pasacalles, que visibilizó, como no podía ser de otra forma, el malestar y crítica en la calle, algo que se puede comprobar en los videos e imágenes que por redes sociales circularon la tarde de reyes. Corto se queda el “no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena” de la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, allá en las navidades de 2015. Aquí la crítica no cae sobre la vestimenta de Sus Majestades, sino, lo que es peor, sobre la ausencia de Sus Majestades por las calles y barrios del distrito, cuyos niños y niñas se quedaron huérfanos de esta celebración.

A lo anterior, podemos sumar los 100.000€ que se gastó de presupuesto municipal en varias banderas en los meses más duros de la pandemia, imposibilitando derivar ese presupuesto a las familias y sectores de la sociedad a los que más duro afectó el confinamiento y el cierre de sus negocios, algo que sí hicimos desde el tejido vecinal, llevando comida o productos infantiles que la propia Junta Municipal, “por detrás” nos pedía atender a la sociedad civil organizada. Incluso cuando prohibió a una asociación vecinal realizar una recogida solidaria de alimentos junto a varios supermercados, en junio de 2020, aduciendo, el sr. Ramírez, que no iba a tolerar que las calles del distrito se convirtieran en una “Venezuela”. Tampoco podemos olvidar sus desplantes en el pleno municipal y su famoso “me gustan más las femeninas que el feminismo”.

Haciendo una breve búsqueda en internet podemos acceder a una colección de noticias que afectan a Javier Ramírez, no solo en el plano de mero gestor municipal, sino también en el judicial (varias causas se han abierto contra él), algo que ha venido impactando igualmente a la propia imagen que el alcalde quiere trasladar de Madrid y del trato que sus vecinos y vecinas reciben del gobierno municipal, donde los mensajes de “escucha”, “empatía”, “participación” o “trabajo por y para la ciudadanía” se convierten en mero humo y eslóganes electorales que jamás serán materializados, en nuestro distrito, al menos.

Y es ahí, cuando el comerciante, el tendero del negocio, (aka Martínez Almeida), el que decide qué producto sale a la venta o cuál es retirado por su etiquetado de “producto en mal estado”, no hace el mínimo gesto, no ya para eliminarlo de su oferta, sino que lo deja en el expositor, en la estantería, en lugar bien visible, preferente (zona caliente, la llaman), sin saber que el olor a rancio, que empieza a generar desde hace meses es un riesgo que puede costarle la pérdida de apoyo de miles de vecinos y vecinas a las que ya nos les convence “su producto” en particular y el fabricante, en general.

No olvidemos tampoco que Javier Ramírez ha generado (y sigue haciéndolo) multitud de problemas, incomodidades, rechazo incluso, entre muchos de sus vecinos y vecinas de Chamberí (su obsesión en el troceo de la instalación deportiva del Parque Móvil para contentar a la iniciativa privada está generando duras críticas, hasta en sus propias filas), pero, por lo que nos toca en Fuencarral-El Pardo, con su claro posicionamiento en contra de todo lo que tenga que ver con el asociacionismo vecinal o ciudadano de toda índole, creemos que es el momento de no esperar a su obsolescencia ¿programada? y retirarlo cuanto antes de la oferta municipal de los distritos citados, aunque la legislatura ya esté a punto de terminar. Por mera higiene democrática. Por nuestra salud, en definitiva, en estos tiempos tan vilipendiada y atacada.

Que, al menos, podamos acceder a un producto que cumpla con todos los estándares de calidad, aunque no forme parte de la cesta de la compra de muchos y muchas de nosotros y, por supuesto, que no esté marcado con una fecha de caducidad ya pasada.